Diario de León

FRONTERIZOS

El ojo del calendario

Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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EL MURO que rodea el ojo de un huracán, levantado sobre una banda de tormenta con muchas turbulencias, es oscuro. «Cuando entras en el ojo -ha descrito un especialista, acostumbrado a volar en medio de estos fenómenos naturales-, todo es suave y muy brillante: de día ves las olas del océano y el círculo del cielo». En materia mediático-política, el mes de agosto es el ojo del calendario: lo más parecido a esa visión de terciopelo del centro del tifón; el punto justo en el que el tiempo se detiene y la bronca se apacigua hasta septiembre. Agosto es entonces el paraíso de los sucesos y de las serpientes de verano, disfrazadas de reportaje de interés humano sobre el estrés que produce en el veraneante la elección del nivel de protección solar. Este agosto en concreto, entre la salmonelosis del pollo, los incendios y la pertinaz sequía, tenemos el asunto resuelto. La placidez agosteña, que debiera ser exigible precepto cuando menos estatutario, es ese espacio temporal suave y brillante en el que desemboca el ventarrón tabernario del curso político recién terminado e inmediatamente anterior al que empezará en septiembre, cuando todos queremos que descargue el agua que llene los embalses pero donde fundamentalmente volverán a llover problemas: algunos urgentes, como el de la apelación de los pudientes a no sé qué derechos históricos, que se resolverán; otros importantes, como la hambruna africana en la que las madres nigerianas cuecen piedras delante de sus hijos para conseguir que se duerman con la esperanza de comer, que ahí seguirán, porque nadie está dispuesto a alterar la dulce sensación de vivir en el ojo del calendario.

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