Diario de León

VENTANA ABIERTA

R y R, otoño brasileño

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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SI EL BARÇA es más que un club al sentirse en cierto modo el ideograma de Cataluña, el Real Madrid querría ser una alegoría universal. Sus respectivos presidentes, Laporta y Pérez, son figuras políticas extremadamente mañosas, y si el catalán disimula intermitentemente su exquisitez nacionalista, el madrileño no se atreve a negar que un tiburón inmobiliario es el último tramo de una evolución empresarial entreverada de política. Laporta había empleado contra Pérez un arma confeccionada en Brasil, de efectos instantáneos, el futbolista Ronaldinho, y Pérez ha respondido con el mismo hierro, el joven desestabilizador Robinho, cuyo poder destructivo del adversario se puso a prueba anteayer domingo en un prado de Cádiz. Se avecina así un otoño caliente por el duelo de los dos brasileños. Es bien sabido que los equipos de fútbol fomentan el nacionalismo, nacional o local, pero sólo entre el Barça y el Real Madrid, con sus peculiares proyecciones sociopolíticas, se produce un enfrentamiento nacionalista. Y no sobre el césped del estadio sino en la grada del público. La hinchada madrileña más exaltada parece veteada de unitarismo patriótico, con sus banderas de España al viento, en muchas de las cuales se ha sustituido el pájaro de la dictadura por el toro de Osborne. La hinchada catalana procura resarcirse en cada una de las victorias del Barcelona de un sin fin de tribulaciones y agravios, de los que no hay memoria en los archivos del Real Madrid, porque esos agravios y tribulaciones habrían sido infligidos por otras esferas alejadas del deporte. Pero el fútbol no puede renunciar a los símbolos que van incrustándose en sus equipos de referencia, y así el Barça vendría a representar un nacionalismo de diversas tonalidades, incluida la más fuerte, mientras que el Real Madrid simbolizaría, desde las perspectivas periféricas, un cierto centralismo conservador o ultraconservador, cuando su presidente Florentino Pérez parece contentarse con que su equipo pasee por el mundo el orgullo de España, en cumplimiento de una misión universal que alguien -¿quién?- le habría encomendado. Y de repente llega Robinho a Madrid, y la noticia se interpreta en medios deportivos como la réplica ojo por ojo -y no diente por diente, porque Ronaldinho ahí es invencible- de Pérez a Laporta. Si Laporta reanimó con Ronaldinho el ánimo alicaído del Barça, ahora Robinho parece inyectar en las venas mustias y envejecidas del Real Madrid una euforia que sólo vivía en el recuerdo. Los dos futbolistas brasileños equilibran la balanza en la que pesan su prestigio el Barça y el Madrid. Junto al otoño estatutario, especialmente en Cataluña, se vivirá en la liga de fútbol un otoño 'canarinho' durante el que las dos aficiones, catalana y madrileña, compararán a sus nuevos ídolos rivalizando en los fervores que les dedican. La tarea de Robihno es aupar a su equipo a ese nivel desde el que los sueños universales de Pérez, medidos en camisetas galácticas vendidas, vuelvan a plasmarse en algún título. Y la de Ronaldinho es mantener el entusiasmo que despierta su acreditada capacidad de romper con dos regates el acorazado frente enemigo.

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