Desgracias

LOS PRIMEROS planos de la notoriedad, referidos ahora mismo a la calamitosa situación de Nueva Orleáns, nos demuestran una vez más que cuando el destino o la naturaleza andan por el medio, no hay nada que hacer ante una espiral a tumba abierta como la que se ha llevado por delante a la cuna del jazz y antigua capital de la provincia española de Luisiana. El azar lo decide casi todo, y más cuando el máximo responsable de gestionar la crisis, un tal George Bush, ofrece como único paliativo a tanta negligencia y tontuna la formula mágica de «donativos y plegarias». De acuerdo que resulta muy fácil hacer el lunes la quiniela, pero no es menos cierto que el caos de la imprevisión y el oscuro pago de favores han contribuido decisivamente a conformar semejante monumento al fracaso. Nueva Orleans sigue, pues, en un estado de ánimo bajo mínimos, vomitando furor y atenazada por un paralizante pasmo cósmico. Un jardín en el infierno donde el único negocio floreciente es, hoy por hoy, el sector de las funerarias. Y puesto que las desgracias nunca vienen solas, a la oleada de solidaridad ajena se han sumado iniciativas tan cataclísmicas como la amenaza de Michael Jakson a propósito de escribir una canción en homenaje a las víctimas del huracán. Un regalo envenenado que ha dejado a algunos de los afectados aún más pálidos que el propio Jakson. A esta panorámica de ilusiones rotas y perdidas se añade la inevitable cadena de trapisondas y trapisondistas que pretenden pescar en río revuelto merced a ingeniosas estafas difundidas por Internet y otras formas de delincuencia que suponen todo un manual de la bajeza humana. 1397124194