Diario de León

DESDE LA CORTE

El ajedrez diabólico

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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CINCO CARRETERAS de Madrid cortadas, atascos, alarma en el aeropuerto de Santander. Ese es el balance de las nuevas hazañas de ETA en el día de la Constitución. Más o menos, como el año pasado. Es la forma que tienen los terroristas de participar en las ceremonias. Buscan ofrecerlas, recordar que están ahí y que tienen capacidad de actuación y, de paso, obtienen algo de publicidad: en una jornada de escasas noticias nacionales, es seguro que unas pequeñas bombas les garantizan presencia informativa. Poco antes de que sembraran de artefactos las carreteras, ya habían conseguido colarse en la recepción del Congreso. Los asistentes hablaban de tres cosas: de la Constitución misma, del Estatuto de Cataluña y de las últimas noticias del terrorismo. En concreto, de la aparente contradicción de saber que Batasuna prepara su retorno a la vida política con las armas calladas, y al mismo tiempo seis dirigentes críticos son expulsados de la banda por defender el final de la violencia. A Mariano Rajoy le ha servido para fustigar al Gobierno: sigue sin entender cómo, estando ETA tan debilitada, se ha cambiado la política antitarrorista. Como se puede observar, incluso sin cometer atentados, la banda criminal está presente en la vida pública. Se cuela en las instituciones y sirve para un falso diálogo a distancia entre los grandes partidos porque,m mientras Mariano Rajoy dice eso, el Gobierno filtra que mantiene moderadas esperanzas de pacificación. Creo que es el momento de decir que ninguno tiene toda la razón. No la tiene el Partido Popular, porque la política contra el terrorismo no ha cambiado en su totalidad, sino en la forma de escribir la palabra fin: ofreciendo una salida negociada o buscando la derrota total. Pero no la tiene el Gobierno, porque hay que ser muy optimista para descubrir en los últimos hechos un asomo de voluntad de abandono de las armas. Si algo demuestra la expulsión de dirigentes es que, por ahora, ganan los duros. Según todos los indicios, sostienen un gran debate interno sobre qué hacer ante la nueva situación creada; pero no hay un comunicado, ni un gesto conocido, ni un avance publicado que indiquen ninguna voluntad pacífica. Ni siquiera de tregua. Es más: cuando la banda terrorista ETA asegura que espera algún gesto nuevo del Gobierno, está diciendo que ellos no tienen previsto mover ninguna pieza de su diabólico ajedrez. De esta situación se desprenden dos lecciones. Una, para el Partido Popular: no juegue a destruir un clima donde, por lo menos, no hay muertos. Zapatero es, por ahora, el único presidente que no ha tenido que asistir a un funeral. Otra, para el Gobierno: no alienten tanto las esperanzas de la gente, porque puede estar fabricando una gran decepción posterior.

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