Si fumas, no votes

A MI IMPRECISA edad tuve que salir ayer a la calle para fumar el primer cigarrillo de estrangis desde que era bachiller. Entonces me escondía en el water del colegio para escapar de los Maristas, pero ahora es peor porque me vigila el Gobierno. Según la ministra de Sanidad, doña Elena Salgado, es por mi salud y puede que sí, porque el caso es que estoy rejuveneciendo. Así las cosas cualquier día hasta me presento voluntario a lo de Gran Hermano para sentirme orwellianamente vigilado, pero, por lo menos, en plan cachondo y a ser posible con la Salgado, que es de las que no creen que haya una edad para cada cosa, incluido dejar de fumar o un pito a medias. Allá el BOE . Según la ministra Elena y algunos médicos sabiondos -todos menos el de Fidel Castro- cada cigarrillo acorta la vida veinte minutos. Echando personalmente la cuenta de la vieja a servidor le salen unos 16.000 al año, que, multiplicados por equis años del DNI y los dichos veinte minutos, me dan un millón de horas menos de vida. O sea que debo de ser un aborto póstumo y no los 85.000 nenines asepticamente abortados en España el año pasado, según el Ministerio de Sanidad: a mí que me quiten lo bailado, pero más se han perdido ellos. La campaña antitabaco está mal diseñada. En vez de tanto prohibir deberían recomendar en Cataluña el «Ducados» y en el resto del país fumar Freixenet. Mano de santo. Quedaría sólo yo, que fumo inglés, aunque estaría dispuesto a negociar la pipa de la paz. Y un tal Jerónimo -el indio no, uno que hace publicidad en este periódico- también.