Tontuna

LOS VAGABUNDOS, sin techo o como queramos denominar a esa legión de víctimas de sí mismos, forman parte ineludible en el paisaje sentimental de las ciudades. Los relatos del pasado referidos a León nos hablan de personajes tan legendarios como Tito Negro o la señora Rosario, que dormía en pleno invierno al simple cobijo de la Catedral, una pareja cuyas vidas olían a auténtica desdicha. Hoy en día el hogar de los solitarios son los bares y los cajeros automáticos de las entidades bancarias, último reducto para la ristra de seres que se deslizan por las últimas páginas de su particular crónica del infortunio humano. El emergente colectivo de mendigos de Barcelona, supervivientes entre los escombros de la desolación, era el objetivo preferido para la tribu de fumetas que alegraban sus fines de semana apaleando a todos los desfavorecidos por la diosa Fortuna que encontraban a su paso. Así hasta que a semejante cabildo de gañanes se les fue la mano y, alentados por una moña de mariasantísima, quemaron viva a una pobre mujer que, según cuentan sus familiares, había llegado a tan triste situación a causa del mal de amores. Las imágenes del vídeo grabado por el cajero demuestran que la ristra de cabestros procedió al ataque con una saña digna de mejor causa, finalizando la divertida incursión en la pira que extinguiría una desafortunada vida humana. El padre de uno de los imputados por el asesinato trata ahora de exculpar en lo posible a su dulce retoño, explicando que el alcohol tuvo la culta de todo y que su hijo no es un asesino nato, sino un «pobre tonto». Pues vaya una tontuna la de estos animalitos del Señor. 1397124194