Diario de León

A CAMPANA TAÑIDA

Cuarto y mitad de carne humana

Publicado por
FERNANDO DE ARVIZU
León

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LA COSA ha pasado casi desapercibida y no debiera ser así. Me refiero al proyecto de ley de reproducción asistida. Mucho llenarnos la boca con cuestiones éticas, con respeto a los derechos humanos y entre todos la hemos relegado a la cola de la actualidad ¿Es más jugoso intentar sacar punta al comunicado de ETA, que ha sido el parto de los montes? ¿Es más importante analizar el giro inesperado en la opa de Montilla, que le ha estallado a Zapatero entre las manos? Voy a volver sobre ello, pues para mí no hay nada más importante que el ser humano, desde que se concibe hasta que muere. Cuando cada quien escribe de estas cuestiones cruciales, no puede verse libre de su propia escala de valores, sean religiosos o a-religiosos, que se traducen en juicios morales y éstos en actitudes éticas. Hay que empezar por reconocer y respetar esa pluralidad de planteamientos, pero en este caso no hay que olvidar que estamos tratando con seres humanos, aunque sea en proyecto. Y precisamente por eso no tienen voz ni se pueden defender. Si no lo hacemos desde fuera, nadie oirá sus gritos. Cuando estudiábamos Biología en aquel denostado Bachillerato de los sesenta, en el que tantas cosas aprendimos, teníamos claro que un óvulo no es un ser distinto de la madre, como tampoco un espermatozoide respecto del padre. Cuando se juntan, comienzan una serie de divisiones y de transformaciones hasta llegar al niño que nacerá 9 meses después. Que hasta un cierto momento no tenga apariencia humana no obsta: desde el principio y aún en germen, tiene todo lo necesario para transformarse en ser humano completo. Se abren las carnes cuando uno lee cosas como «embriones congelados» y «clonación humana». Sospecho que hay gato encerrado en la nueva expresión «pre-embriones». Es tan estúpido como llamar a un ladrillo pre-rascacielos. Si el óvulo está fecundado será un embrión, por mucho que queramos llamarle de otra manera. Que se puedan congelar embriones para experimentar con ellos, que se puedan duplicar o clonar seres humanos para aprovechar partes de su cuerpo me parece ir contra la naturaleza, tratar a los seres humanos -aún futuros- como trozos de carne. Y rizar el rizo de especificar que tales clones no podrán ser usados con fines reproductivos me parece, simplemente, poner puertas al campo. Una vez que se comienza ya no se puede parar. Si este planteamiento es tachado de retrógrado, al menos tengo tanto derecho a defenderlo como otros lo contrario, aunque con una diferencia: si la experimentación con embriones o la clonación me parecen prácticas rechazables por antinaturales, no estoy sirviendo a ningún interés económico ni a ningún negocio que utiliza ese campo para prosperar. Porque haberlos, háylos. Un apunte: el clonador coreano se ha visto envuelto en un escándalo por fraude. Nos hemos precipitado en vez esperar y recoger la experiencia de otras naciones sobre este tema. El caso es presumir de ser más progres que nadie. Otra cosa. Ante el efecto que ha suscitado el final de mi artículo del pasado sábado, he decidido terminarlos con un enigma político, al menos de momento. El de hoy es: se puso nervioso, pero no consiguió prender la mecha.

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