Diario de León
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Desastre, antes de la batalla. La Ley de Montes que pretende la Junta de Castilla y León huele sólo a madera, a negocio de madera. De nada ha servido que, en concreto, en Omaña y Luna la Unesco se haya anticipado a declararlas Reserva de la Biosfera, después de un impresionante estudio sobre su singularidad paisajística y sus ricas fauna y flora. En el 2006 el anteproyecto de la Ley de Montes es un bodrio. Carece de imaginación. Está redactado por una tecnocracia deshumanizada, sin atisbo de raigambre cultural y con un profundo desconocimiento histórico de la realidad social. Su articulado no alcanza el futuro. Es un instrumento jurídicamente mediocre que ignora que el derecho debe seguir al hecho y no al revés. La clase política, que sin duda la hay, se ha ausentado incomprensiblemente de la redacción. Y el anteproyecto, lejos de ser una obra maestra consensuada en la que se comparte democráticamente el poder, construyendo pactos, buscando compromisos, articulando intereses y por lo tanto consiguiendo un anteproyecto conjunto donde no se echen de menos ninguna de las fuerzas sociales que van a vivirlo y que son sus verdaderos protagonistas, ha resultado ser simplemente un marco para otro sitio. Otro lugar. Los representantes legítimos, los ciudadanos que detentan la soberanía popular de nuestra Constitución de 1978, esos no fueron incorporados al anteproyecto. Los paisanos (como nos llaman los de la ciudad), los verdaderos amos de los montes y las tierras colindantes con nuestros pueblos, hemos sido excluidos no sólo de la redacción, sino de lo que es gravísimo, del legado. De un plumazo, nos hemos quedado sin tierras centenales y sin montes comunales. Sin nada. Sin propiedad y sin posesión de lo nuestro de toda la vida. De las tierras que trabajaron con sudor nuestros antepasados y de los montes que cuidaron primorosamente, tanto que han llegado al hoy utilísimos. Se despueblan nuestras aldeas. La calidad de vida se hace insostenible. Aparece el anteproyecto de Montes, con un plan de usos y actividades y drástico cambio de titularidad. Sin haber garantizado en su elaboración la incorporación mayoritaria de la población rural y el fracaso está asegurado. Ha faltado una metodología participativa con encuestas, con realización de talleres. Quizá una dotación suficiente de recursos financieros y técnicos para conseguir la suficiente información. ¿Quién podría decir que la Suiza que todos imaginamos, se haya convertido hoy en un país urbano? Como los mismos suizos reconocen. Omaña y Luna (y quizás el resto de la Comunidad Autónoma a la que pertenecemos) no pueden oler sólo a madera. Los suizos pagan hoy contribución por mantener campos áridos, setos y arbustos. Porque esos elementos, también, quieren ver los turistas. Los protagonistas ricos del hoy, de los que tan llamativamente se ha olvidado el anteproyecto de Montes. La clave no es convertir todo en monte. La clave está en conservar los paisajes intactos que demandan las sociedades que tienen un mayor bienestar. Si no ofrecemos más alicientes a nuestros habitantes, ¿cómo van a permanecer en el mundo rural? El mundo rural no lo puede redefinir el anteproyecto de Montes. La estructura de la propiedad está meticulosamente vigilada por nuestro Tribunal Constitucional. Sólo un insensato se atrevería a decir que «los terrenos agrícolas cuyo cultivo haya sido abandonado por plazo igual o superior a quince años», es monte. Uniformar Omaña y Luna vestidas de monte es empobrecerlas. La Unesco tampoco lo consentiría. Sólo en León 1.404 juntas vecinales (hace falta un local grande para que quepan y puedan ser escuchadas) no han tenido acceso al anteproyecto. No me sirve el argumento del diputado de Medioambiente de Diputación «de que tuvieron tiempo para hacer las alegaciones en su plazo». Ya he dado las razones del por qué. Ni en los 128 artículos de la ley, ni en sus disposiciones adicionales se nombra ni una sola vez a las juntas vecinales. Cipriano Martínez Elías, en cambio, llamando a otros demagogos, el día 4 de junio, en el Diario de León, las cita nada menos que 10 veces. El sabrá por qué. Julio Iglesias Cubría (Abogado. Master of Comparative Law Columbia University, New York. Presidente de la «Asociación Autonomía Omañesa»). José Luis Múgica (Oviedo; edición digital).

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