Diario de León
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Quiero expresar la opinión de gran parte de los residentes de la Comarca de Riaño siempre acallados casi siempre por sus propias incapacidades y otras veces por los propios medios de comunicación. Primero señalar, y créanme que el dato es real, que del actual proyecto turístico de «Tres Provincias» en los valles de San Glorio, el 89% del espacio de esquí pertenece a León y un 11% pertenece a Palencia. Según los expertos para hacer una gran estación de esquí el espacio leonés es suficiente por su extensión y calidad y duración de la nieve. Estos expertos aseguran lo contrario de la parte palentina. Por lo tanto, desde León nos preguntamos: ¿Por qué es necesaria la colaboración de Palencia para construir una estación de esquí? Y ¿Para qué o para quién hace falta una entrada en los valles leoneses desde Palencia? Son preguntas que pueden tener multitud de respuestas pero ninguna que respete el derecho de la comarca de Riaño y Tierra de la Reina a usar su propio Patrimonio para el desarrollo de sus habitantes. La realidad de que el acceso palentino desde el pueblo de Cardaños tendrá además de carretera un moderno teleférico convertirá a este acceso no solo en el principal (previsto por «Tres Provincias»), sino que generará una desproporción de desarrollo turístico tan grande -sobre todo en verano- que anulará cualquier posibilidad de lanzamiento turístico de la comarca de Riaño, tan apartada artificialmente los últimos años de las vías rápidas de comunicación. Desde la comarca de Riaño asistimos como convidados de piedra al ambicioso proyecto del grupo palentino «Tres Provincias» que ya tiene prometidas varias denuncias por el cambio de las normas de protección de la montaña palentina tanto ante los jueces españoles como en Burselas por parte de los movimientos ecologistas. Es muy probable que estas denuncias paralicen el proyecto también por León con el agravante de que para nada nos es necesaria ninguna entrada ni por Palencia ni por Cantabria. Las denuncias unidas a las evidentes falsas promesas de un desarrollo proporcionado a nuestra aportación leonesa al proyecto turístico de «Tres Provincias», mal llamado «solidario» y engañosamente apellidado «será bueno para todos» suponen en realidad la desmedida ambición de hurtar a León una de sus principales fuentes de turismo futuro. Todos sabemos que este proyecto tiene pocas posibilidad de llevarse a cabo en su formulación actual (entradas por Cantabria, Palencia y León) debido a lo injusto y ambicioso de su planteamiento. Si lo estudiamos con imparcialidad es expoliador para el medio ambiente y expoliador para la comarca de Riaño. Tanto la Comunidad Europea como el Gobierno español como los residentes de la comarca de Riaño (responsables del patrimonio medioambiental de los valles de San Glorio) rechazamos totalmente el actual proyecto turístico que, además de su poca ecuanimidad social, prima la explotación intensiva y en todas las estaciones del año de una extensa área de montaña leonesa. La comarca de Riaño defiende -mayoritariamente- que cualquier proyecto de turismo invierno/verano en los valles leoneses de San Glorio deberá de contemplar accesos y ámbito leonés. Además de razones de solidaridad, justicia y propiedad otras muchas zonas saldrán igualmente beneficiadas con las entradas leonesas ya que tanto la cántabra Potes como las palentinas Velilla y Guardo están a la misma distancia de los accesos a la estación de esquí aún en el caso de que estén ubicadas en León. Carlos Gómez (Asociación «San Glorio Leonés»). La cultura de la insolidaridad se hace espesa en grandes capas de la vida. Basta abrir los ojos: «El imperialismo del yo», el tener sobre el ser, el afán de acumular, el ánimo de lucro sin medida se impone al bien común. Mientras se concentran los recursos en las manos de unos pocos, el resto se muere en la miseria y el abandono. Se vive como si no pasase nada, sometidos al más feroz individualismo, que busca la seguridad económica, el disfrute sin medida, la indiferencia ante el dolor ajeno y la violación repetida de los derechos humanos. El reto hoy se centra en poner en marcha la contracultura de la solidaridad, cuyo objetivo es cambiar los modos dominantes de pensar, sentir y actuar. Las plataformas más incisivas que transmiten valores o contravalores y hacen propuestas de estilo de vida son la familia, los amigos y los mass media. Ahí configuran valores, aspiraciones vitales, formas de pensar, vivir y actuar. La escuela incide menos. Para construir la contracultura de la solidaridad, es necesario generar una «ecología» de la solidaridad internacional, que introduzca nuevos aires, nuevos climas culturales para cambiar la atmósfera vital dominante. Esta contracultura solidaria exige acciones dirigidas a que todos los dolores, sufrimientos, exclusiones, pobreza, injusticias en los países pobres penetren en las personas, instituciones, grupos, sociedad civil, Estado, gobiernos, hasta configurar en el Norte una mentalidad, valores, deseos, prácticas económicas, políticas sociales que sean solidarios. Y entonces, la conclusión es convincente: Cuanto más amor y justicia social practiquemos, mejor nos realizamos y más felices somos. Anatolio Calle Juárez (Navatejera). Roser (Barcelona; edición digital).

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