Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

La hora de los facinerosos

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

Creado:

Actualizado:

LLEVO treinta y siete años en la profesión. He sido testigo de casi todo. No en la dimensión de mi maestro, Victoriano Crémer, quien dentro de dos meses se echará a su espalda la mochila del centenario. En diciembre cumplirá un siglo de vida. Como ya lo hizo este periódico a primeros de febrero. Yo no pasé por la Revolución del 17, por la monarquía, la república, dos guerras mundiales y la contienda incivil, cuando sobrevolaba sobre España la sombra de Caín. Pero sí soporté la dictadura, el restablecimiento democrático y de la monarquía, las intentonas golpistas y las alternancias de gobierno. Bien, pues lo único que nos quedaba por ver a ambos es que un miembro del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuyo nombre no cito porque ya lo han voceado todos los medios, dé más credibilidad a unos facinerosos que a un juez de la Audiencia Nacional, que a un acta levantada por un secretario de juzgado -¿acaso la función esencial de un secretario judicial no es dar fe?- y que a los dos fiscales presentes en un interrogatorio. Está claro que ese miembro del CGPJ no reúne las condiciones mínimas para formar parte del órgano de gobierno de la carrera judicial. El poder judicial es uno de los poderes del Estado constitucional y la división de poderes es esencial para el funcionamiento del Estado de Derecho. En España un pequeño, pero muy poderoso grupo de facinerosos, está intentando dar un golpe al Estado de Derecho. Ahora le ha tocado el turno a los jueces que no sigan sus instrucciones e intoxicaciones. Primero lo sufrieron el juez Juan del Olmo y la fiscal Olga Sánchez, instructores del 11-M. Pincharon en hueso. No se han rendido los facinerosos y han pasado la china al zapato de Baltasar Garzón por haber descubierto que los pretendidos falsificados eran, en realidad, los falsificadores. Y de rebote, por haber dejado en evidencia -en mi pueblo se dice: con el culo al aire- a los autoproclamados periodistas de investigación. En realidad, son profesionales de la intoxicación que llegan incluso a fabricar pruebas falsas. Como escribió Pombo en este periódico el pasado domingo, en su brillante columna de última página, yo también quiero ser periodista de provincias para que no me salpique tanta mierda, no intelectual, sino de intereses bastardos. El periodismo honesto y limpio, el que predica los cinco sentidos -conocer, comprender, contrastar, sentir y contar- no necesita matrícula nacional. En la punta de todo este ovillo está el portavoz del grupo parlamentario popular, Eduardo Zaplana. Se está ganando a pulso la titulatura de facineroso mayor del reino. Pero Zaplana, además del vértice, es también el hilo más débil de toda la madeja. Primero, porque más pronto que tarde, tiene que pasar por unas elecciones, aunque a él no le importaría arrastrar al conjunto de su partido a la catástrofe. Y en segundo lugar porque, antes o después, le va a alcanzar la gigantesca corrupción desatada en la Comunidad Valenciana desde que él llegó a la presidencia. Tendrá que explicar la estafa de miles y miles de millones de pesetas desaparecidos en Terra Mítica. La máquina ha empezado a moverse. Es lenta, sí, pero segura.

tracking