Diario de León

LA ALDEA GLOBAL

Solidaridad preventiva

Publicado por
PEDRO ARIAS VEIRA
León

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LA CALIDAD de una democracia se mide por el respeto a las minorías, por la tolerancia con el discrepante, por la atención a los más desfavorecidos, por la humanidad con las víctimas inocentes, por el juego limpio y por la prevalencia de los principios constitucionales por encima de intereses personales o partidistas. Por desgracia, hoy los valores de la nuestra se deterioran a ritmos acelerados. Las fuerzas en el poder se han aliado para excluir al PP; se han sumado al irresponsable pacto del Tinell entre socialistas y nacionalistas radicales para desterrar a la oposición. Nunca en nuestra democracia se había asistido a un veto semejante; no hay precedente de un acuerdo tan suicida para la libertad. Todo está articulado sobre el cainismo político. La proclamada recuperación de la memoria histórica no es proyecto que busque la verdad ni la reparación del olvido, sino ejercicio selectivo de maldades arbitrarias, sin rigor científico ni altura moral. Que posterga nuestro mejor y más cercano pasado, el de la reconciliación histórica para la Constitución de 1978. Trata de remontarnos a las más tristes etapas de nuestra vida colectiva, en las que todo fue naufragio porque, como nos ilustró Francisco de Goya, sólo había tullidos en desquiciada pelea a garrotazos. La deslegitimación del PP es obsesiva; es el culpable permanente. Si apoya a las víctimas del terrorismo, es que pretende manipularlas; si recurre pacíficamente y por cauce legal la inconstitucionalidad del Estatuto de Cataluña, se debe al anticatalanismo; si discrepa con los acuerdos del Gobierno con ETA-Batasuna y propone un camino sin concesiones políticas, se le tilda de partido contra la paz; si defiende la Constitución española y su modelo unitario se le tacha de rancio españolismo; si presenta discrepancias y ofrece propuestas diferentes para la reforma del Estatuto de Galicia, lo etiquetan como sucursalista de Madrid. Es la descalificación interminable. Pero eso no es lo peor. Lo más inquietante, lo que debería suscitar un basta ya y la movilización de las bases de los partidos y de toda la sociedad, es la persistente política de agresiones al PP, a sus sedes y dirigentes. De la violencia simbólica se ha pasado a la violencia pura, en una escalada que de no tener una respuesta responsable puede contaminar y pudrir nuestra democracia. Porque no olvidemos la experiencia de la historia, propia y ajena; primero se persigue al discrepante del partido opositor, luego al del propio, y se termina oprimiendo a cualquier ciudadano de a pie. Por eso, desde la simple lucidez para la conservación de las libertades, desde una elemental inteligencia cívica, hay que mostrar solidaridad eficaz con el PP. Por el bien general y por el individual. Porque mañana podemos ser nosotros los acosados. Seamos previsores.

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