Diario de León
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LA PORTADA de la revista Time que saldrá a la venta el próximo viernes será un nuevo cañonazo en la línea de flotación de la aventura iraquí del presidente Bush. La foto no puede ser más simple: un fondo blanco, un casco de soldado y una maleta hecha. El mensaje no puede ser más claro: toca largarse de Irak. El grupo de expertos de la Comisión Baker se lo han dejado muy claro a Bush. Pero una cosa es reconocer el descomunal error que supuso la guerra de Irak, y otra muy distinta levantar la mano, decir «perdone usted» y darse el piro, que eso de volver la espalda a los problemas no es de caballeros tejanos, no señor. ¿Prevalecerán la cabezonería y la injusticia? Con un 30% de apoyo en Estados Unidos a la permanencia en Bagdad, van a quedar pocas excusas honorables. Ya no hay dictadores que derrotar, ni armas de destrucción masiva que localizar, y está claro que la matanza de chíies y suníes va a continuar con o sin tropas americanas. El daño ya está hecho, y quedarse solo empeora las cosas. Claro, que agotadas las excusas podrían dar las razones auténticas, esas que no se cuentan en los medios de comunicación: cómo interesa aplastar Oriente Medio a cualquier precio, y más si sale tan barato; cómo las empresas de amigos y familiares reparten el apestoso, pegajoso y millonario pastel de crudo; cómo jugamos a hacer magia con el electorado. Mire usted allí, a aquella pared. ¿Ve un enemigo? No se preocupe, dele puñetazos que ya aparecerá. El eterno problema de la política norteamericana es el del enemigo necesario. Gracias a él se aparta el rostro de los problemas de dentro y se hace frente común. Pero claro, los frentes siempre son contra alguien. Atentos. Ahora que están más cerca que nunca de salir de Irak cabe preguntarse a quién le tocará después.

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