Solidaridad y coherencia

ECHO una mirada a la actualidad nacional y mi primer sentimiento es de solidaridad. Veo a la fiscal Olga Sánchez, frágil, menuda, vulnerable, saliendo de la sala con lágrimas en los ojos. Acababa de presentar las conclusiones del juicio sobre el 11-M. Sus lágrimas ponían vaho a los cristales de sus gafas. Por supuesto que comprendo la actitud del juez Gómez Bermúdez cortando de cuajo una intervención que se salía del marco jurídico del proceso. Pero también me mostré comprensivo y solidario con la fiscal Olga Sánchez. A ella, igual que al juez Juan del Olmo, le tocó por azar levantar cadáveres y cadáveres en las estaciones ferroviarias de Madrid. Desde entonces ha estado colaborando, primero, en la instrucción del sumario, y después, en la celebración de este juicio de una forma absolutamente ejemplar, con un trabajo ingente, y que ha sido llevado a cabo en un tiempo record para asombro de los demás países, incluido Estados Unidos, que han sufrido el terrorismo islamista. Pero es que, además, la fiscal, al igual que el juez Del Olmo y lo más selecto del aparato policial español, han trabajado durante estos tres años en medio de un cúmulo de intoxicaciones, descalificaciones e insultos propagados por una tropa de facinerosos. Su sombría proyección oblicua ha llegado a adulterar la función de la acusación privada en el juicio. Este cronista no desea volar alto sobre los cielos de España. Prefiero hacerlo serena y aquietadamente en León y provincia. Y aquí, desde el día siguiente de las últimas elecciones, no ha dejado de crecer la estatura moral e inteligencia del cabeza de lista de la UPL, Javier Chamorro. Durante dos semanas ha escuchado, por boca de Mario Amilivia y Fernández Mañueco, todos los cantos de sirena, requiebros y promesas posibles para birlar al PSOE leonés la alcaldía. Incluso sentándole en el sillón del corregidor. Algunos de su partido llegaron a dudar. Pensaban sólo a corto plazo. Javier Chamorro, no. Se mantuvo coherente. Y no sólo con la práctica de los últimos años en la oposición, tras la moción de censura, sino con lo comprometido en la campaña electoral. De esta forma, en estos tiempos de tanto chisgaravís, se consolida no sólo como un líder de la UPL, sino también como una figura política para el conjunto de León. Mientras tanto, los portavoces populares de la tentación han dejado claro lo poco que vale su palabra y lo poco que valoran y respetan la de Rajoy, quien en León propuso que gobernara la lista más votada. Y sin concluir el vuelo sobre León, un último apunte: sin duda hay que felicitarse porque, al fin, arranca la ejecución de la obra del Canal Bajo de los Payuelos. Desde este balcón se exigió hasta el aburrimiento. Es la última infraestructura que falta por construir para aprovechar el agua de Riaño. Era un proyecto con asma al que este Gobierno le ha colocado la bombona de oxígeno. Más vale tarde que nunca. Al fin y al cabo, entre el principio y el fin de la historia del embalse de Riaño, ha quedado engullida y estrangulada por las maromas líquidas una generación entera. No concuerda con las prisas del mundo actual. Sin embargo, si asumimos que en materia hidráulica, somos meros continuadores de las obras que empezaron romanos o árabes, quienes nunca sospecharon la utilidad que tendrían siglos más tarde, lo celebramos con algarabía. Pronto, donde sólo crecían los cardos, habrá musgos.