El bien y el mal no varían

Treinta años democráticos Ya han transcurrido 30 años de democracia parlamentaria en España, abandonando el esquema de la «democracia orgánica», impuesta tras una victoria bélica y que desde 1936 hasta 1977 regía en este país. España supo atravesar una transición política llena de equilibrios y en la que todos pusieron su grano de arena para hacer un sistema capaz de abortar viejas formas de gobierno. En estas tres décadas ha sabido dar una lección de serenidad y sosiego en momentos delicados pese a los graves problemas que a lo largo de estos años han venido amenazando el tejido democrático. Han sido treinta años en los que cuajó una Constitución para que en España quepamos todos; se acometió el drama laboral y económico con los Pactos de la Moncloa, un modelo de diálogo donde los haya (diálogo político), para solucionar problemas de envergadura; se abortó el golpe de Estado de 1981, afianzando el sistema democrático que dotó desde entonces más fuerza a las instituciones; se han ido alternando los partidos políticos en el poder gubernamental y se ha ido estructurando el Estado de las autonomías, con flecos aún. España tiene voz y voto en Europa y en el mundo, con particular protagonismo en América Latina. El terrorismo, no obstante, continúa como preocupación fundamental, y algunas cuestiones deben aún de ir abrochándose. España es distinta a como era hace 30 años, pero quienes han nacido aquí en estos años saben ya de los valores democráticos que nadie puede borrarlos en su haber. Nuevos retos llegan con la apertura de fronteras y la presencia de gentes de otras culturas. El análisis en sumamente positivo. España es ya una democracia madura que tiene los recursos propios para continuar siéndolo. Quedan aún aspectos que el propio Estado democrático ha de ir apuntalando, como el frente común contra el terrorismo, el Estado de autonomías, un pacto del Estado para la educación y la consolidación de sistemas que hagan más efectiva la solidaridad de los pueblos. La Iglesia ha participado activamente en estos años. La figura del cardenal Tarancón fue providencial en los primeros años de la democracia y supo ofrecer cauces de diálogo para que España superara una etapa histórica que las urnas decidieron superar. Anatolio Calle Juárez (Navatejera, León). Agradecimiento al Monte San Isidro Han pasado ya unos cuantos días desde que Benito nos dejara, para pasar a una vida mejor. Fueron casi dos años de lucha contra el cáncer. Dos años, en los que, gracias a Dios, Benito pudo disfrutar de su familia, de sus nietos mayores, de la boda de su hijo y al final, como un milagro y una segunda oportunidad que le concedió Dios, de sus nuevos nietos que ahora tienen 3 meses. Dos años en los que hemos recibido el apoyo, no sólo de amigos y familiares, sino también de los médicos y profesionales que atendieron a Benito en sus visitas al hospital. Desde el mes de octubre le empezaron a llevar los médicos de la Unidad de Cuidados Paliativos. Gracias de todo corazón al doctor José Andrés y a la enfermera María José. Hicisteis todo lo que estaba en vuestras manos por Benito, todo y más. Pero sobre todo gracias por la ayuda que nos habéis dado a la familia, apoyándonos en este duro camino, preparándonos para el final que sabíamos que iba a llegar pero que nunca queremos que llegue. Gracias en nombre de Benito y de toda su familia. Los últimos días de Benito fueron en el hospital Monte San Isidro. Fue una semana dura, porque sabíamos que el final de este duro camino de dos años estaba a punto de llegar. Pero allí también Benito, su mujer y sus hijos recibieron el mejor apoyo y asistencia especializada que se puede esperar. Gracias a todas las enfermeras, a la psicóloga y al trabajador social. Gracias a todos aquellos que nos han mostrado su apoyo, no sólo en los últimos días, sino en estos dos años en los que hemos luchado con Benito contra el cáncer. En nombre de Benito y en el de su familia, gracias a todos. Que Dios os lo pague. Familia de Benito López Ló pez (Trobajo del Camino).