Diario de León

LA VELETA DESDE LA CORTE PINTO?&?CHINTO EN POCAS PALABRAS

¿España tiene partido? Fuentes de la incertidumbre Zapatero, de nuevo duro contra ETA La CE cree en el crecimiento español

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FEDERICO ABASCAL FERNANDO ONEGA
León

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CONVIENE DECIR al PP y al PSOE que España es de todos, y a mí, desde luego, no me la va quitar nadie. Lo del patriotismo a muchos españoles nos ha puesto siempre de los nervios y no por carecer de un sentido de patria. Afortunadamente, desde el refrendo ciudadano a la Constitución de 1978, España como patria es de todos y a la luz de los comportamientos políticos en estas casi tres últimas décadas no podría demostrarse que quienes más alardean de patriotas hayan sido a quienes la patria les debería mayor reconocimiento. Lo cual permite decir que una idea decorosa de España no exige un permanente fervor de himnos y banderas, ni siquiera la renuncia al bochorno que algunos pasajes de nuestra Historia produce a muchos españoles, sino el cumplimiento del deber ciudadano y el respeto al proyecto común de convivencia. El patriotismo, cuanto más discreto, más fuerte, salvo cuando a un alcalde de Móstoles se le sube a la cabeza y su aventura termina gratificándonos con Fernando VII. Ramón Pérez de Ayala se preguntó en un momento de efervescencias patrióticas en España, con el ejército de abanderado del patriotismo ortodoxo -doctrina de la rebelión militar de 1936- si eran más patriotas las salas de banderas o las tertulias en las reboticas de los pueblos. Viene todo esto a cuento de que ayer, en el Senado, el portavoz popular Pío García Escudero preguntó a Zapatero «qué reflexiones personales han llevado al presidente del Gobierno a concluir que el Gobierno de España debe ser llamado Gobierno de España». Bien es verdad que últimamente parece haber iniciado el Ejecutivo socialista la tarea de recuperar vocabulario y signos que se predican del concepto España y que a la muerte de Franco fue decayendo su uso, por el abuso que a que les sometió el franquismo. Pero tanto hablar del Estado español para que la palabra España no incomodase al radicalismo nacionalista periférico ha llevado, por la ley del péndulo, a la exageración opuesta, frente a la que se reacciona, desde la sociedad y el Gobierno. Es innegable que Zapatero sabe que recuperar palabras que sólo estaban en manos del PP, como la de España, le puede beneficiar electoralmente, pero eso no justifica que el popular García Escudero acuse al presidente del Gobierno de «españolismo electoralista», de «travestismo político» y de «operación de marketing sin nada detrás», todo ello «en plan Manolo el del bombo». Gobierno de España no es una marca comercial de la que Zapatero quiera apropiarse arrancándosela al PP, que no la había patentado, por cierto. Gobierno de España es lo que le gustaría a Rajoy formar tras las elecciones de marzo, y a lo que no desea renunciar Zapatero forzosamente, por obtener menos votos que el PP. Pero España es de todos, y ningún partido tiene derecho a monopolizarla como patria. 1397124194 EN MULTITUD de hogares se hacen estas preguntas: ¿cambiamos el coche o esperamos a ver qué pasa? ¿Pedimos una hipoteca para cambiar de casa, o esperamos a ver si baja el precio de la vivienda? Eso es la incertidumbre, palabra maldita en economía: si la pronuncia Pedro Solbes, suena como si estuviera certificando la llegada de la crisis. Si la escribe un periodista como yo, no pasa de ser un estado de ánimo de mucha gente. Pues bien: mucha gente se siente así, sin saber qué hacer y, encima, desorientada por los discursos políticos. La Comisión Europea acaba de anunciar que podemos pasarlo mal, pero mejor que el resto de los países de la Unión Europea. Vamos a cerrar el año con un crecimiento del 3,7, que otros quisieran. Y podemos atravesar los torbellinos del año próximo también algo mejor que nuestra vecindad. Estas profecías son interpretadas por nuestra clase política de forma disparatadamente opuesta. Para Rodríguez Zapatero, que además de ser optimista, tiene la obligación de serlo más ante la economía, esto significa que España juega en la Champions Legue y que además vamos a ganar. Para Mariano Rajoy, que piensa crecer electoralmente en un ambiente económico negativo, la realidad es poco menos que apocalíptica. Esto desorienta todavía más a la sociedad. Es como si para ser optimista hubiera que ser votante del PSOE y, para votar al PP, hubiera que estar acumulando una elevada dosis de pesimismo. Y yo pregunto: ¿tan difícil le resulta al señor Rodríguez Zapatero cantar la bondad de los grandes números, pero reconocer que mucha gente está endeudada, lo está pasando mal con las hipotecas y tiene cada vez más reducida su capacidad adquisitiva? Y a la inversa: ¿tan difícil le resulta al señor Rajoy atraer a los descontentos por el estado de sus bolsillos particulares, pero reconociendo que la economía española está siendo la más sólida de Europa? Creo que esas dos verdades conviven en este momento de España. Y no son incompatibles. Sin embargo, si los grandes líderes se dedican a hacer esas prédicas triunfalistas o derrotistas, según del lado en que estén, lo único que conseguirán es que sea imposible un diagnóstico correcto de la situación. Y algo peor, que ya hemos anotado alguna vez: la mala noticia para todos es buena noticia para el Partido Popular, o cualquier buen indicio es aprovechado por el gobierno socialista para disimular fallos que se podrían corregir. Esto no es normal. Esto es el partidismo y el electoralismo elevado a su máxima potencia. Esto es una manipulación interesada de los datos. Y este cronista piensa que le están haciendo daño al país, porque Zapatero empieza a no ser creído, y Rajoy pinta tal panorama que quien tenga un euro hará cualquier cosa, menos una: invertir. EN SU INTERVENCIÓN ante los parlamentarios socialistas Zapatero manifestó que el Estado de Derecho será «implacable» en la lucha contra el terrorismo de ETA y añadió que en este momento el Gobierno está «fuerte» para lograr el fin de la violencia. Tras recalcar que el PP «lo sabe y lo sabía», confió en que «colabore» en esta tarea, como «desea la inmensa mayoría de los españoles». Zapatero señaló que en estos tres años su gabinete ha luchado contra ETA y contra todo tipo de terrorismo «sin pausa, con tenacidad, con esfuerzo, con sacrificio» y con «paciencia democrática», a pesar de lo que los socialistas, dijo, «tuvieron que soportar». En modo alguno se advierte, en fin, que Rodríguez Zapatero esté acariciando la idea de regresar al proceso de paz. BRUSELAS ha decidido recortar en una décima sus previsiones de crecimiento en 2007 tanto para la eurozona, hasta el 2,5%, como para la UE, hasta el 2,8%, pero ha mantenido su previsión para España: crecerá este año el 3,7%, pero también la tasa de inflación se acelerará más, hasta el 2,5%. Es evidente que esta buena noticia respalda las previsiones optimistas del presidente del Gobierno. Y deja en mal lugar a algún portavoz de la oposición como Zaplana que ha hablado irresponsablemente de recesión. Lo que ha de hacerse es amortiguar el efecto económico del proceso electoral, que generalmente representa un parón en la inversión pública. Conviene que la inversión no cese para compensar el descenso de la iniciativa privada en la construcción de viviendas.

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