Y eso es todo

LOS NOMBRAMIENTOS de Rajoy han abierto una polémica sobre si en política es mejor la veteranía o la juventud. Pues depende para qué, depende de quién. Ningún joven por el hecho de serlo es una fábrica de ideas, ni siquiera de vitalidad, pero tampoco las canas bastan para convertir a nadie en Sócrates. La juventud no es un valor en sí misma, salvo que consideramos las carnes prietas como virtud dialéctica, pero, del mismo modo, tener mucha mili encima no garantiza autoridad moral. ¿Es importante la edad? En efecto, depende para qué, depende de quién. No hay reglas. Quienes son inteligentes suelen apuntar maneras ya desde pequeños, aunque las grandes lecciones habrán de aprenderlas a lo largo del camino; el necio no se hará sabio por cumplir años. Lo ideal es que en política convivan las edades, y no sólo por tener a quien mandar a por tabaco. La verdadera valía alcanza su madurez cuando ya no necesita anunciarse a sí misma, pues sólo la mediocridad necesita del autobombo. Dice una vieja balada country: «Tengo más años que tú, y eso es todo/ más sitio donde volar/ y más donde caer/ y eso es todo». En principio, la renovación de un proyecto no ha de implicar el exilio de todo aquel que peine una cana, salvo el presidente, pues hay políticos jóvenes que son jurásicos, y veteranos cuya fuerza ayuda a avanzar. El peor óxido es el de las ideas. Son los oxidados, tengan la edad que tengan, quienes chirrían y hacen chirriar. No obstante ¡hay tantos golpes de timón inesperados en un aprendizaje vital, el único que finalmente cuenta! Vivir no es siempre sinónimo de estudiar, pero sí de examinarse. ¿Cuánto tiempo necesita un ingenuo para convertirse en cínico, o al revés? ¿Y un soñador para despertar? No hay reglas fijas , sólo personas. Y eso es todo.