Diario de León
Publicado por
CHARO ZARZALEJOS
León

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EN POLÍTICA nada hay inocente, nada que no tenga consecuencias. Por ello Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, sabedores de que una imagen vale más que cien palabras, gustosamente se besaron en Sol, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, ante los focos y los flashes de los periodistras. Ambos dijeron lo que estaban deseando decir: «aquí no ha pasado nada». Pasar sí que ha pasado, pero todo indica que en el PP va entrando la cordura que no excluye el debate ni las legítimas aspiraciones de cada cual. Parece que se van dando cuenta del desgaste que supone estar todo el día en el escaparate público manteniendo una polémica que bien analizada no tiene mucho sentido. A día de hoy no hay alternativa mejor que Mariano Rajoy y recrearse en lo que va a pasar dentro de cuatro años resulta un ejercicio bien estéril. Mientras, fuera de las fotos y de los focos, Mariano Rajoy y su equipo piden tiempo a los impacientes que son, precisamente, los que añoran la dureza de otros tiempos. Rajoy no está por esa tarea y mucho menos Soraya Saénz de Santamaría que ve la labor de oposición como «un amplio tablero» en el que no basta mover ficha «sin tener la seguridad de cual va a ser el siguiente pase». Ella es una mujer fuerte. Más de lo que parece, y el tiempo lo irá demostrando. El beso de Sol ha mitigado las hostilidades y ha generado un cierto efecto balsámico entre militantes y afiliados. Y así va a ser, al menos, hasta llegar al Congreso del PP de Valencia. A partir de ahí todo será distinto y en el mes de septiembre será cuando de verdad se pueda comenzar a tomar el pulso de la presente legislatura. En cualquier caso Mariano Rajoy no lo tiene fácil, pero el sistema necesita de una oposición organizada. El Gobierno y el PSOE lo están. El Presidente derrocha serenidad y sabe de antemano que su congreso de Julio será lo más parecido a un campamento de verano. Es el presidente Rodríguez Zapatero el «moisés» de los socialistas. Les ha abierto las aguas de anteriores derrotas y les ha llevado a la tierra prometida de la placidez que da el poder. Pero más allá de la aritmética parlamentaria, la realidad política y económica apenas sí saben de escaños. Tienen vida propia y tanto gobierno como oposición tendrán que hilar fino con Cataluña y, desde luego, con el País Vasco. En ambos casos el concepto de «bilateralidad» con el Estado va a ser el gran eslogan de los próximos tiempos. ¿Y la economía?. Escuchados los líderes sindicales aquí no hay crisis, solo «desaceleración» pero resulta que los locutorios para extranjeros han bajado sustancialmente sus ingresos y las remesas que se envían a sus países de origen han sufrido una importante caída. En algunas zonas de España las mujeres españolas comienzan a ofrecerse para el servicio doméstico ahora ocupado por mujeres extranjeras. El beso de Sol, por sí mismo, no arregla nada de esto pero, si tenemos un presidente tranquilo, qué menos que tener una oposición organizada.

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