Diario de León
Publicado por
JESÚS LÓPEZ MEDEL
León

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HA SIDO NOTICIA histórica la visita por los Reyes de España a Adolfo Suárez, en el domicilio particular de éste. La foto del Rey y de Suárez, de espaldas, será de antología. Pese a no verse su rostro, Adolfo Suárez se ha dicho que se presentaba deportivo, jovial, juvenil, apuesto, persuasivo, coqueto, y cuidado de formas y de estilo. Aunque por la enfermedad degenerativa de hace ya años, Adolfo Suárez no se conociese a sí mismo. Ni tampoco a los Reyes. Sólo el contacto cariñoso le hace abrirse con cierta soltura y responder con igual afecto. Un especialista que tuvo relación al comienzo de su enfermedad me preguntaba por la circunstancia de haberle entregado el Toisón un día anterior al 18 de julio, y también al relevo en la cúpula militar en aquel día. Difícil responder. Puedo trasladar aquí, sin ningún prejuicio, que cuando tras los funerales de Estado por Leopoldo Calvo-Sotelo, y con la nueva etapa de la ministra de Defensa, se anticipó la idea de suprimir los funerales de Estado, me vino a la mente Adolfo Suárez. Lo que yo no me podía imaginar es que el Toisón no hubiese sido entregado antes. Ahora, pasado el tiempo de la etapa de la dimisión de Adolfo Suárez, con todas las vicisitudes políticas, familiares y personales, aquél lo habría recibido como un niño grande, con la santa y sabia ingenuidad de quien recibe un cariño o un obsequio. Conocí a Adolfo Suárez ya en la etapa en que Fernando Herrero Tejedor era gobernador civil en Ávila. Era éste de la carrera fiscal y por una temporada había sido letrado-asesor, conciliador siempre. (Fue descubierto por Julve, el comerciante de Alcañiz que presentó a José Antonio, en el año 1934, cuando era gobernador de Castellón. Como descubrió a Utrera, cuando lo era de Málaga). Cuando Herrero Tejedor pasó a delegado de provincias y luego a vicesecretario, Adolfo Suárez, de quien Herrero conocía sus preocupaciones humanas, familiares y profesionales, lo hizo su secretario particular, y hombre de confianza. (Mi relación con Herrero venía de que como gran jurista, mi tarea en la Dirección General del Servicio Contencioso-Laboral tenía en aquél gran comprensión y ayuda, cuando los despachos laboralistas podían constituir una erosión del sistema). De ahí la estrecha relación, amistad y recíproca admiración con Adolfo Suárez, manifestada en múltiples formas. Pudo haber sido letrado sindical y haberse situado como abogado laboralista, en la Sala VI del Tribunal Supremo. Pero su carrera era la política. Y Herrero y nosotros acertamos. Hizo las prácticas de la milicia universitaria como alférez de complemento en Melilla. Las vicisitudes académicas de estudios en Salamanca y preparación de oposiciones las seguí con gran interés. Las políticas -su gran vocación- son más conocidas. La muerte de Carrero Blanco, primero, y de Herrero, después, fueron un mazazo. La operación Fernández Miranda y Osorio, que facilitó el primer gobierno, para dar satisfacción al Rey, motor del cambio, y Adolfo Suárez, ejecutor de la transición. La nueva clase media de la etapa de Franco hizo posible el cambio. Merecedor del Ducado de Suárez. Lo importante hoy no es preguntarse qué opinaría Suárez sobre la segunda o tercera transición que estamos viviendo. «Los indicadores de los caminos no siempre recorren los caminos» (Max Scheler). Prefiero volver a la foto hecha por un hijo de Suárez, en la que el Rey le pone el brazo y mano en el hombro derecho. Pasea. Dice bien Lucía Méndez que «encierra un tratado de relaciones humanas... al final del camino entre dos hombres importantes de la historia de España». Postrera compensación. Concordia. Sin reconocerse. El cariño todo lo puede. Se sabe que Suárez lo pasa bien con el cardenal Cañizares, por su ternura, su pelo blanco y vestimenta. Y sobre todo, su palabra, que será la palabra de Dios, en quien Adolfo Suárez siempre creyó y esperó. Es otro misterio y es otra gracia . Como otro gran servicio a España, con su inconsciencia y su silencio. Mi recuerdo y oración en esta etapa de su vida, que le acompaña con mi vieja amistad que tuve y tengo con él.

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