Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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NO SÉ QUIEN FUE el caballero inglés que excusó su asistencia al hipódromo alegando que no ignoraba que hay caballos que corren más que otros. Cuando ve a Fernando Savater se lo tengo que preguntar. En la grandiosa Olimpiada de Pekín hemos descubierto que un yanqui puede nadar como un tiburón contento y un jamaicano puede correr como un gamo perseguido. Los dos son veloces como el oxígeno, pero ¿quién puede asegurar que sus increíbles plusmarcas no serán batidas en los próximos Juegos Olímpicos de Londres, aunque sea por ellos mismos? Yo, que es improbable que esté en disposición de hacer ninguna clase de apuestas, no me atrevería a considerar inamovibles sus récords. Las décimas de segundo se miden por parpadeos y el asombro se ha instalado en nuestros ojos. En el deporte hay siempre un alto grado de infantilismo. Los niños juegan a ver quién mea más lejos y los jóvenes compiten a ver quien hace mejor una serie de cosas que no es necesario hacer y se proponen unas dificultades que no existían antes de proponérselas. Lo peor es la caducidad de los héroes del estadio. «Tenéis una misión gloriosa», les dijo el hombre que gobierna a la tribu humana más numerosa del planeta y China ha conseguido 51 medallas de oro. No alcanzaron esa cifra los Estados Unidos en Los Ángeles, ni los rusos en la Unión Soviética en Moscú. osotros hemos repetido el número de medallas de oro, pero como estamos hechos de una extraña aleación esperábamos más. La plata en baloncesto es oro cano, como decía el clásico. Ocurre que los éxitos deportivos, si se someten a determinada temperatura, se trasmutan en éxitos políticos, pero en la aldea donde nació Usain Bolt no hay agua ni luz eléctrica.

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