Zapatero saluda el plan Bush

DE ACUERDO, pero con condiciones, como la supervisión y control públicos del uso que se hará de 700.000 millones de dólares. Condiciones aún por precisar, pues a la hora de escribir este comentario aún no hay pleno acuerdo. Los demócratas de Obama, por ejemplo, reclaman que se favorezca no solo a los que tienen que cobrar (hipotecas impagadas y otros activos contaminados por la insolvencia), sino también a los que tienen que pagar (familias que no pueden hacer frente a sus hipotecas o sus créditos). Habrá fumata blanca, pues, si se supera el bloqueo de la madrugada del miércoles (hora española). Esa parece que sería la posición final del Congreso norteamericano respecto al plan de reanimación financiera presentado a las Cámaras por George Bush en nombre de un amplio consorcio institucional político y económico que incluiría el apoyo expreso de los dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos en las elecciones de noviembre, John McCain y Barack Obama Bush. Por lo que nos toca, sabemos que Rodríguez Zapatero está encantado con el llamado «plan de rescate». Una vez confesada su preferencia por el mercado, aunque por un mercado mejor que el causante del gran agujero negro en la economía norteamericana, el presidente del Gobierno saluda este inesperado descubrimiento del Estado socorrista en el reino del neoliberalismo económico. No solo lo saluda. Aplaude con las orejas. No me extraña, porque la fumata blanca en el Plan Bush sería una pésima noticia para quienes se desayunan cada mañana con la esperanza de ver en los periódicos la caída política de Zapatero. Explico el porqué. Sería doble impacto en España del pacto entre republicanos y demócratas para sacar adelante esta operación de rescate de activos tóxicos. Por un lado, supondría un balón de oxígeno para una economía tan dependiente de la financiación internacional como la nuestra. Por otro, contribuiría a reforzar en la opinión pública la percepción de una crisis económica que desborda absolutamente las coordenadas domésticas y la capacidad de maniobra del Gobierno Zapatero. A este respecto, conviene señalar que Moncloa dispone de sondeos recientes donde se detecta una creciente tendencia a relacionar la crisis más con Estados Unidos y menos con España. Las bolsas, incluida la española, se reanimaron con el anuncio del acuerdo, del mismo modo que se habían deprimido con las dudas previas respecto al pacto entre demócratas y republicanos, y anteriormente con las quiebras de ciertos gigantes de Wall Street, incluidas las dos grandes del mercado hipotecario y una de las más grandes en el campo de los seguros. Esa relación causa-efecto ha cambiado la percepción de los españoles sobre la situación económica. Apenas hace un mes la crisis se situaba en coordenadas nacionales. Hoy es mayoritaria la localización del epicentro en Estados Unidos. Aunque se hicieron risas cuando Rodríguez Zapatero echó la culpa de todo a Bush y los «neocons», ese mensaje, un tanto simplón, le ha proporcionado una inesperada rentabilidad política al Gobierno a caballo de los hechos. Eso dicen las encuestas.