Diario de León

TRIBUNA

La profesión periodística no vive su mejor momento

FRANCISCO J. MARTÍNEZ CARRIÓNPRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE PERIODISTAS DE LEÓNEs cierto, como dicen algunos editores, que el periodismo es una profesión vocacional, lo que no debe ser una excusa para que sus condiciones l

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LA PROFESIÓN periodística celebra hoy, 24 de enero, la festividad de su patrón, San Francisco de Sales, una excusa perfecta para reflexionar en voz alta sobre el estado de la profesión a nivel general y en particular en la provincia de León. El sector periodístico está siendo uno de los más afectados por la crisis económica. En general, las empresas editoras de medios de comunicación (prensa, radio, televisión e internet) están viendo cómo descienden sus ingresos debido a la caída de la publicidad y de las ventas directas, lo que obliga a más de una de estas empresas a tomar medidas drásticas como recortes de gastos y ajustes de plantilla.

En el año 2008 más de dos mil periodistas perdieron su empleo en toda España y aun que en la provincia de León no hay datos concretos, se estima que, al menos, una treintena de periodistas han sido despedidos o no renovados sus contratos. La conclusión es que ahora mismo el mercado laboral periodístico está absolutamente parado a nivel provincial y nacional y las expectativas a corto y medio plazo son muy pesimistas.

En los dos últimos años, la provincia de León ha vivido una auténtica eclosión de medios de comunicación, con aparición de periódicos digitales, emisoras de radio y potenciación de la prensa tradicional, corresponsalías de medios autonómicos y nacionales, agencias de comunicación, empresas multimedia y de televisión local. Gracias a este impulso, la profesión periodística rozó el pleno empleo en la provincia.

Sin embargo, este tiempo de bonanza no logró resolver el principal problema de la profesión: la precariedad laboral, especialmente entre los jóvenes titulados que se incorporaban al mercado laboral. Jornadas laborales interminables y salarios que no llegaban al mileurismo han sido, y siguen siendo, la tónica general entre una gran parte de los periodistas leoneses, en especial, insisto, entre los más jóvenes.

La gran asignatura pendiente de la profesión es la regulación laboral de los periodistas. No hay convenios co lectivos nacionales ni provinciales y el vacío dejado por la vieja Ley de Prensa de los tiempos del franquismo no ha sido cubierto por otro tipo de legislación. Esta profesión queda completamente a merced de las reglas del mercado, de la oferta y demanda. Los periodistas tampoco hemos sabido dotarnos nunca de unos mínimos mecanismos de protección laboral y de solidaridad. Las Asociaciones de Periodistas, integradas todas, en la Federación Nacional (Fape), son más un colegio profesional que un sindicato. Las Asociaciones de Periodistas ofrecen a sus socios todo tipo de servicios y acciones para mejorar la imagen de la profesión mediante convenios con todo tipo de empresas para obtener una serie de ventajas y de colaboraciones con instituciones. La formación continua es otra de las grandes responsabilidades de las asociaciones, convencidas de que un periodista formado es una garantía profesional.

El carné de periodista es un instrumento eficaz para identificar a su titular y facilitar el trabajo en el día a día del periodista, pero no tiene el mismo valor que el de un afiliado a un sindicato. No supone una fuerza de presión a la hora de negociar un convenio, un contrato laboral o mejorar las condiciones de trabajo.

El problema de la precariedad laboral es muy grave dada la dimensión social del trabajo del periodista. La materia base con la que trabaja el periodista es algo tan delicado como la información y su misión es la de trasladar a la sociedad todo aquello que acontece en el entorno. La credibilidad es el principal valor de un periodista. Y la credibilidad no sólo depende de él sino de sus condiciones físicas de trabajo, de las herramientas que los editores pongan en sus manos y, sobre todo, de la situación laboral, en la que el salario es la más destacada. El cumplimiento de todas estas condiciones hará que un periodista esté más o menos motivado y comprometido con su trabajo.

Es cierto, como dicen algunos editores, que el periodismo es una profesión vocacional, lo que no debe ser una excusa para que sus condiciones laborales no sean las más adecuadas. La vocación no se puede desarrollar plenamente y con garantías sin unas condiciones laborales dignas.

La sociedad en general vive momentos de cambios. La profesión periodística también. Ahora nos dirigimos hacia nuevos modelos de empresa periodística, basada en la multicanalidad, donde al periodista se le va a exigir el dominio de varias plataformas tecnológicas y la compatibilidad de distintos menajes periodísticos. El futuro periodista se integrará en una redacción central que gestionará medios impresos, digitales y audiovisuales. Esta transformación se está ya poniendo en marcha sin haber resuelto el problema base del periodista: la precariedad laboral. Antes de que el deterioro de la situación sea irreversible, sólo queda la solución del diálogo y de la negociación. Los editores, los directores, los agentes sociales y las asociaciones profesionales de periodistas deben reflexionar y sentarse a la mesa de las negociación para solucionar, de una vez por todas, el encaje laboral y profesional del periodista y zanjar, definitivamente, el riesgo de quiebra moral y é tica que supone la precariedad laboral.

Que san Francisc o de Sales escuche nuestras demandas.

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