Diario de León

LA VELETA | FRANCISCO MURO DE ÍSCAR

Falta grandeza

León

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TAL VEZ porque era el momento del cambio o de la Política con mayúsculas, tal vez porque los ideales primaban sobre cualquier otro objetivo, la transición española -dura, difícil, compleja, llena de enfrentamientos, negociaciones y pactos- fue posible y dejó un país capaz de recuperar el tiempo perdido y, con la inestimable ayuda europea, el lugar que le correspondía en el concierto europeo y mundial. No siempre se ha reconocido el esfuerzo de los políticos que lo hicieron posible y a algunos, como Suárez, con todos sus errores, no se le reconocían sus méritos. Cuando se ha hecho, él ya no podía saber que se le valoraba. Suárez, Calvo Sotelo y Felipe González, por citar sólo a presidentes de Gobierno, cometieron muchos errores, pero buscaron casi siempre lo mejor para España; fueron hombres de partido, pero también «de Estado». Sentido de Estado. Justo de lo que hoy carecemos.

Dice Felipe González, ahora que además se puede permitir el lujo de mirar la política desde la distancia y la sabiduría, que «no hay una conciencia clara de la dimensión de la crisis» y que «el Gobierno se enreda en problemas menores». Basta mirar alrededor para percibir que la dimensión de la crisis afecta a todas las realidades y con mayor crudeza que nunca. Y que se agrava en nuestro país por la debilidad de un Gobierno incapaz de resolver los problemas y que cada vez tiene menores apoyos. La economía, la industria, la competitividad, la Banca, el déficit público, el endeudamiento, el desempleo, la justicia, la educación básica, la Universidad, la innovación, la vivienda... son cada uno un problema, un foco de conflictos, un fuego encendido, que el Gobierno trata de apagar con maniobras de diversión, metido en batallas estériles como la de ampliación del aborto.

Pero, ¿por qué ese empecinamiento en avanzar hacia ningún sitio, esa incapacidad en buscar el acuerdo con todos los interesados? Lo cometió Aznar en su última etapa y especialmente cuando el atentado de Atocha -”esa soberbia de creerse capaz de solucionarlo todo por sí mismo y ese deseo de aniquilar al contrario-” y lo está haciendo Zapatero, incapaz de encontrar una solución a casi nada y empeñado en poner un problema donde no existía. A un lado y a otro de la política española de hoy falta un proyecto de Estado. La vieja política de Ortega manda sobre todo. «Donde se grita no hay verdadero conocimiento», decía Leonardo da Vinci. Y aquí sólo se grita, nadie escucha al otro y ninguno es capaz de ponerse por encima del ruido y marcar un camino que nos ayude a buscar el futuro. Son tantos los problemas y de tanta gravedad que parece imposible que sean incapaces de trabajar juntos en busca de una solución. Falta grandeza y sentido de Estado. Falta un proyecto político. Sobran enredadores.

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