Diario de León
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Al trasluz | eduardo Aguirre

Al puzzle le faltan piezas. Hay algo que no termina de encajar en la actitud de Abel Pardo. ¿Por qué sigue sin desvelar quien es «Auslli»? Extraña lealtad hacia quien tanto le ha perjudicado. Hace días, este concejal publicó un artículo contundente sobre su condena del nazismo, sin una sola línea ambigua al respecto; sin embargo, ya no lo ha sido tanto en su busca y captura del misterioso juglar de la asepsia revisionista. ¿Por qué? Inexplicable. No es creíble que Pardo sea dos personas a la vez, que lleve un doctor Jeckyll y Mister Hide dentro, que rechace el nazismo de lunes a miércoles y lo admire de jueves a domingo; quiero creer en la sinceridad de su condena pública hacia Hitler, pero, insisto, sigo sin comprender qué motivos tiene para no desvelar la identidad del autor de los textos filonazis», salvo que haya actuado bajo su amparo; no sería extraño, dado que el misterioso enmascarado es también el firmante de todas las entradas biográficas sobre el concejal.

En teoría, ahora tendría que sentirse autorizado, tras pagar tan alto precio político, a despojar de su máscara al causante de sus desgracias. «Auslli» es fulano; o son fulano, mengano y zutano. Para que no se siga pensando que se trata del propio Pardo, en su versión Jeckyll o en la de Hyde. Zanjarlo está en sus manos, pues nada parece indicar que el enigmático personaje tenga intención de desvelar quién es, dar la cara por su protector. Los políticos suelen soportar muchas acusaciones injustas, pero llevar encima el sambenito de filonazi, sin serlo, ya excede lo soportable. Y sin embargo, este leonesista sigue callando, él sabrá cuáles son las grandes razones que compensan su sacrificio. Pesado fardo el que asume con su puzzle de explicaciones a medias, al que además le faltan piezas.

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