Diario de León

Desde Ucrania | Marcos Méndez

No me insulte, Putin

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Montaje. Me siento insultado. Y tiene que ser poco comparado con lo que tienen que sentir Vitaly, Aleksander, Tania y tantas y tantos otros que me han contado lo que vivieron en Bucha y en Irpin durante las cinco semanas que allí estuvieron los rusos. Me insultan a mí, Putin y los suyos, pero también a todas y todos mis compañeros que estamos aquí. Algunos de ellos dieron la vida por contar lo que aquí está pasando, y además de quitársela quieren ahora deshonrarlos. No, lo que aquí pasa no es ningún montaje. Bucha existió. La barbarie contra civiles inocentes existió. La barbarie contra la chavalada que ha mandado aquí a luchar en la primera línea de frente, y que nunca regresará a Rusia, ni siquiera en restos, existe. Y hasta que no termine esta invasión seguirá existiendo. La historia no se escribe esta noche ni mañana, se escribirá dentro de diez años y, señor Putin, usted no va a salir bien parado.

Habrá gente que confíe más o menos en los medios de comunicación. Habrá gente que se fíe más o menos de mí. Pero los hechos, los nombres y apellidos de los que usted ha enviado a la muerte, y de los que los suyos han matado aquí pasarán a la historia como uno de los capítulos más negros de este siglo tan joven todavía.

Bucha tenía 30.000 habitantes, Mariupol 500.000 y aún nos queda por saber lo que allí está pasando, y en Jerson, en Jarkov, en Chernigov… y en tantos y tantos otros Bucha que quedan por descubrir. Pero lo sabremos, porque allí estarán compañeras y compañeros míos para contarlo. Porque como decía uno, esto no es Alepo, aquí hay periodistas libres de todo el mundo que miran, que oyen y que cuentan. Algunos serán mejores, otros, seguro, seremos más mediocres, pero no somos tontos. Y no es que nos importe mucho, a mí por lo menos no, viniendo de quien viene, pero de algún modo está también insultando a todas y todos los que nos leen, sí, os está llamando tontos a la cara, y eso ya me mosquea más.

Los cuerpos de la gente en las calles o bajo los escombros son reales. Las historias de atrocidades que nos cuentan los que las vivieron son reales. Nadie inventa algo así por defender una causa, un país. Nosotros pateamos los barrios que usted bombardea. Vivimos de primera mano sus ataques, a veces demasiado de primera mano, pero así es este trabajo. Vemos como quedan los sitios que su ejército ha ocupado, y hablamos con la gente, que es lo más importante de todo esto.

Son muchos años de profesión, de tratar con gente de los cinco continentes. Políticos, drogadictos, curas, mujeres prostituidas, soldados, relaciones públicas… Uno tiene un sexto sentido para saber cuándo se la quieren meter doblada. Si no lo tienes mejor no te dediques a eso. Y seguro que alguna vez ha colado, seguro, pero esta no. Llevo más de 40 días aquí. Ya estoy cansado, sí, es tiempo de marchar, pero, señor Putin, a pesar de todo lo que he visto estos 40 días me meto en la cama tranquilo. Es cierto que hay días que cuesta más conciliar el sueño que otros, pero al final, si no es una noche será la siguiente, pero duermo. No sé lo que hará usted y su camarilla, pero sé que si tienen algo de humanidad las noches no han de ser muy agradables. Siga llamándome tonto, yo seguiré durmiendo tranquilo.

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