Gente íntegra
Es usted una persona congruente? ¿Siente que se comporta como piensa? ¿Qué hace lo que dice que va a hacer? ¿Qué es fiel a sus valores y a sus ideales? En esto consiste la integridad personal, el sexto y último pilar de su autoestima, después de vivir conscientemente, aceptarse, responsabilizarse de uno mismo, autoafirmarse y vivir con propósito, de los que ya le he hablado.
Para ser una persona íntegra lo primero es que tenga claros sus principios y valores. Y, además, es necesario que sepa que son suyos, y no en los que otros le educaron. A partir de ahí ya puede valorar si su comportamiento está siendo congruente con ellos, o no.
Las personas que se comportan de una manera que entra en conflicto con cómo quieren ser se sienten muy mal consigo mismas. Y, si esto se mantiene en el tiempo, poco a poco pierden la confianza en sí mismas. Por ejemplo, si se calla su opinión o dice cosas que no piensa. O si sabe que está dedicando su tiempo a cosas que no le llenan, pero no hace nada para cambiarlo. O si se da cuenta de que no cumple con sus promesas cuando el compromiso es uno de sus valores. Este tiempo de comportamientos incongruentes dañan profundamente nuestra autoestima.
Todos confiamos más en las personas cuyas palabras concuerdan con sus actos que en aquellas que dicen una cosa y después hacen otra. Pero, cuando alguien es así, eso no solo afecta a cómo le ven los demás, sino sobre todo a cómo se ve a sí mismo. La incongruencia es una elección que genera culpa, y en este caso la única manera de recuperar nuestra integridad implica:
—Admitir que usted ha elegido comportarse así. Responsabilizarse de ello.
—Comprender por qué lo hizo desde la compasión, sin juzgarse ni justificarse.
—Si hay otras personas implicadas, reconocer ante ellas el daño causado.
—Poner en marcha todas las acciones posibles para enmendar ese daño.
—Comprometerse consigo mismo a actuar de forma diferente en el futuro.
Dicho esto, ¿qué haría diferente a partir de hoy si se comprometiese a ser más leal con sus valores?