Niñas y bosques

No es sólo morbo lo que está devorando cada nuevo detalle de la muerte brutal de esa pobre cría a manos de su compañera, que la machacó, la tiró a un pozo y regresó a casa tan pichi... o quizá borracha de venganza resuelta y pánico pendiente. Lo que la gente busca en ese pozo de cascotes y en ese drama es alguna explicación, aunque de paso se regodea en lo truculento: ¿por qué llegan hoy a estos extremos los rapaces (y rapazas), los escolares dictadores de aula y patio, los jóvenes de velocidad asesina y mamadura o las pandas de suicidas, violentos y vociferantes que parecen poblar toda fiesta, grada o andurrial?... ¿qué está pasando?... ¿quién tiene respuestas?... La sociología tiene algunas, ata cabos, pero también se pierde en el bosque de las causas y naufraga en el lago de las soluciones; eso inquieta bastante.

Y mientras tanto, ¿qué hago con mis hijas?, pregunta una buena amiga que tiene una de ellas empeñada en ser papona y la otra lleva ya dos años de gótica perdida, «ay qué espanto y qué ropajes, no hay razones, me llama pedorra y me ordena que me calle, no puedo con ella, está loca»...

Las niñas que se adentraban en los bosques lo tuvieron siempre muy crudo en la literatura (y también cuando las mandaban por aquí con la vecera del ganado). Si los sociólogos y los psicólogos y los educadores y los padres y las ministras (y ministros) se colaran en los bosques de la información donde estos chavales buscan y encuentran sus sueños en colorines o se disfrazan con armaduras letales, quizá averiguaran algo de lo que insufla a esas guajas su vitalismo delirante y radical, su desprecio por todo lo que no les cuadre, esa fanfarronería suya tan masculina (por ahí van los tiros de alguna exaltación feminista imbécil), su grandonismo, su ahostiarse porque sí... ¡te parto la boca, hijaputa, y te rompo el coño de una patada, soguarra!... (ignoro si esta frase última pertenece al sumario judicial o a un diálogo de Gran Hermano , esa impagable escuela de jóvenes que sueñan con un casting, fama, freakylandia y vidorra golfa).

En los bosques del internet manga , un niño de trece se lo pasa teta . Su hermanita prefiere el terror, la magia fulminadora y ser guerrera espacial.