LEONESES POR EL MUNDO. SUIZA | Miguel Ordóñez. INGENIERO AERONAÚTICO.
Satélites y GPS obra de sus manos
Lleva más de media vida fuera de León, pero todos los años regresa varias veces y la obligada cita navideña le ha servido para contarnos cómo es su vida en la más poblada ciudad suiza: Zurich.

Miguel Ordóñez, en un rincón de Zurich.
Tiene buenos recuerdos de su infancia y adolescencia en León, donde Miguel Ordóñez nació y donde residió hasta que a los 18 años, terminada su etapa escolar, decidió seguir su camino para hacer lo que siempre había pensado.
Había estudiado en Maristas San José hasta 3º de BUP y luego en el Intercolegial. Después se marchó a Madrid, con 18 años, para estudiar Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Politécnica. Iba a cumplir su sueño porque «desde los cinco años o así siempre dije y quise trabajar en algo relacionado con el espacio y por eso estudié algo que me ayudara a cumplir mi deseo. Por eso es una suerte trabajar en lo que me gusta».
Sus comienzos no fueron difíciles, porque «al terminar la carrera había bastante demanda aeroespacial» y no le costó encontrar trabajo de su especialidad en una empresa madrileña, en la que trabajó desde 1999 hasta finales del 2003. Fue entonces cuando decidió cambiar de aires. «Tenía ganas de tener una experiencia laboral diferente y empecé a buscar fuera de España. Envié currículos a Francia, Alemania, Suiza e Inglaterra. Me respondió una empresa de Zurich y en ella estoy».
Lleva ocho años trabajando en la empresa Ruag Space de la ciudad suiza. «Se trata de un grupo empresarial que tiene unos 7.000 trabajadores, pero en mi división somos 700».
Si se le pregunta por lo que hace en su trabajo comenta que es difícil de explicar. «Cuando empecé en Madrid hacía cálculos de estructuras y cuando fui a Zurich seguí con esa misma tarea, pero ahora soy coordinador de proyectos y eso me gusta porque todo lo que hago al final se acaba traduciendo en algo real, que tiene utilidad. Hacemos satélites y GPS. Precisamente ahora acabamos de terminar una estructura de un satélite para la observación meteorológica y los estados del mar y es algo que me enorgullece porque algún día ese satélite estará enviando información», aunque comenta que esto tardará «porque el desarrollo lleva tres años y después hay que hacer los ensayos, por lo que hacen falta entre cinco y seis años para terminar el satélite completo».
En ningún momento de su estancia de ya ocho años en Zurich ha tenido problemas para adaptarse. «No me costó nada, particularmente. Tal vez por la educación que me dieron mis padres, y al coincidir con mis intereses, fui varias veces a Irlanda de adolescente, lo que me sirvió para aprender inglés y para tener interés por trabajar fuera de España. Por eso en cuanto tuve currículum lo intenté, para hacer algo diferente a la mayoría. Y no me resultó complicado, pues de haber sido así me habría vuelto».
Aunque en Zurich se habla alemán «el idioma no fue problema, porque a mi llegada, y por el tipo de trabajo, hablaba en inglés. En el día a día podía tener alguna dificultad porque no hablaba alemán, pero ahora ya lo hablo. Lo cierto es que el alemán es una barrera que no fue fácil de superar, porque sólo de oírlo he aprendido italiano, pero el alemán no se aprende así».
Está contento con su vida en Zurich. «Trabajo bastante, de 8.00 a 18.00, pero por la tarde me gusta hacer deporte, estudiar alemán, quedar con los amigos o quedarme en casa. Los fines de semana suelo ir a la montaña, esquiar o hacer senderismo que en Suiza tiene muchos aficionados. Como los transportes son fantásticos se puede ir en poco tiempo a lugares donde hacer muchas actividades al aire libre. Las vacaciones las utilizo para viajar fuera de Europa, porque como este país está en medio, en dos horas puedes llegar a cualquier sitio de Europa y en estos años la he recorrido casi entera».
Sobre el futuro «tenía una idea clara cuando vine y también tengo claro el regreso. Me gustaría volver a España más bien pronto, pero tal como están las cosas puede ser complicado. Ahora estoy haciendo un MBA porque creo que me facilitará volver, pero no sé cuándo, dónde, ni cómo».