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Una voz disidente

El cardenal Martini defiende las uniones civiles de los homosexuales

El exarzobispo de Milán apoya a la familia heterosexual pero cree que no es justo discriminar "otros tipos de unión"

Imagen de archivo del cardenal Martini.

Publicado por
ROSSEND DOMÈNECH / Roma
León

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“No es un mal que, en lugar de relaciones homosexuales ocasionales, dos personas tengan una cierta estabilidad y por lo tanto en este sentido el Estado podría también favorecerlos”. El cardenal Carlo Maria Martini, de 85 años, jesuita, exarzobispo de Milán, actualmente jubilado y en el 2005 un acreditado líder de los electores aperturistas del cónclave que eligió a Benedicto XVI, defiende a la familia heterosexual, pero dice que “no comparte la posición de quien en la iglesia se las toma con las uniones civiles”.

Ya se conocían las posiciones aperturistas del cardenal, que en otras ocasiones ha intervenido sobre temas “fronterizos”, como la readmisión en la iglesia de los divorciados católicos, pero es la primera vez que se manifiesta tan claramente respecto a las uniones gais. Sus afirmaciones se encuentran en un libro de próxima aparición, titulado Creer y conocer (Ed. Einaudi), en el que el cardenal se confronta con el cardiólogo y senador progresista (PD), Ignazio Marino.

“Yo pienso que la familia tenga que ser defendida, porque es verdaderamente la que sostiene la sociedad de una manera estable y permanente y por el papel fundamental que ejerce en la educación de los hijos”, afirma, subrayando que él apoya “el matrimonio tradicional con todos sus valores y estoy convencido de que no deba ser puesto en discusión”. Aún así, dice que “si luego dos personas de sexo distinto o también del mismo sexo, ambicionan firmar un pacto para dar una cierta estabilidad a su pareja, ¿por qué queremos absolutamente que no pueda ser?”.

Uniones discriminadas

“Yo no me las tomaría demasiado si el Estado concediera algún beneficio a los homosexuales”, afirma, subrayando que la iglesia católica promociona las uniones que son favorables a la continuación de la especie humana y a su estabilidad”, pero añade que no le parece “justo expresar discriminación alguna hacia otros tipos de unión”.

En el texto-confrontación, el cardenal se refiere a las uniones homosexuales sin dejar de expresar su convicción de que la pareja homosexual “no podrá ser nunca equiparada en todo al matrimonio”. Aunque en este sentido también considera que ni “la pareja heterosexual ni el matrimonio deban ser defendidos o apuntalados con medidas extraordinarias, ya que se fundamentan en valores talmente fuertes que no me parece necesiten una tutela”.

Tras ilustrar que está dispuesto a “admitir el valor de una amistad duradera y fiel entre dos personas del mismo sexo”, el cardenal Martini rechaza que las uniones gays sean “erigidas como modelo de vida, tal como puede serlo una familia con éxito” o “exhibidas de una manera que ofenda a las convicciones de muchos”.

Es la primera vez que un cardenal se manifiesta de una manera tan clara y explicita, sin por ello renunciar a sus convicciones, aún yendo contracorriente entre quienes en la iglesia han definido las uniones homosexuales como un “desorden moral”.