Diario de León
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León

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Rosario recuerda que en 1964 tuvieron que abandonar su casa porque la iban a derribar al estar muy vieja. «Entonces en Wuppertal habían muy pocas viviendas y menos para extranjeros con niños. La empresa de mi padre nos buscó una habitación provisional en una barraca para personas desalojadas que viven al margen de la sociedad (sin empleo con muchos hijos, alcohólicos...)».

Y en esa situación llegó el día del cumpleaños de su padre y su madre preparó «bien escondidos los sagrados tesoros como eran la cecina, el jamón español, el chorizo, el queso, el coñac y el anís españoles y un par de latas de marisco, todo esto llevado desde Espana. También preparó una buena tortilla de patata y lo colocó todo en una zona vacía de esta barraca al lado de nuestra habitación».

La fiesta acabó muy mal porque cuando fueron a empezar el cumpleaños no quedaba nada: «Mi madre fue a buscar lo que tenía preparado y se encontró con que los vecinos alemanes habían roto el cristal de la ventana y se habían comido y bebido absolutamente todo. Quedaban los platos y las botellas vacías, y los palillos... A mi padre le quedó solamente una tarta que trajeron los invitados... y un ¡feliz cumpleanos, Florentino!».

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