Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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La moda de esta primavera es correr a gorrazos a cargos del PP, no confundir con la de El Corte Inglés. Está importada de Argentina, ché, le llaman escrache en el argot lunfardo de las milongas y consiste en citarse por Internet con dos o tres docenas de ninis, ni estudias ni trabajas, y reventarle el día a los diputados fulano o mengana. Este es un derecho de la ciudadanía exquisitamente democrático que podría mejorarse ampliando el espectro político de los corridos y muchos estamos pensando ya en Rubalcaba, perdónese el tic mental. Debería haberse hecho, también con chapelas y barretinas, hace ya muchos años, antes de que se llegara a la ruina de las autonomías. Por lo demás y disculpen los internautas no es un invento nuevo. En mi pueblo tirábamos directamente al alcalde al pilón y si te he visto no me acuerdo.

Lo que mosquea del dicho escrache, vamos a llamarle a partir de ahora acojono para entendernos, es que siempre va contra los mismos y nunca contra una izquierda que ha dejado arruinada a España después de mandar más de la mitad de los años que llevamos en democracia. Oiga, si hubiera que correr a leches a Zapatero harían falta como poco veinte maratones por relevos.

Sostiene mi irreverente colega Trapiello, el de al lado, tal vez el único que a estas alturas me cae a la derecha, que hay que racionalizar la inversión pública y restaurar los pilones. Nada más sensato con la pasta gansa que, por ejemplo, está costando no se sabe qué Palacio de Congresos y exposiciones en la viejina azucarera Santa Elvira. Calcule usted mismo para cuántos pilones habría con noventa y pico millones de euros y eche a ellos al concejal que peor le caiga. Eso también es recuperar la democracia para los pueblos estilo paleointernet. E higiénico, no como con los vociferantes actuales de melenas, barbas y carnet sindical o de extrema izquierda. Un buen baño en el pilón tampoco les vendría mal a ellos.

Porque huele mal que esa chusma de mamarrachos sólo proteste contra Mariano, el pusilánime. Ahí me gustaría ver a mí a lady Margaret Thatcher, británica hija de tenderos de clase media tirando a baja, o a Esperanza Aguirre, aristócrata cañí consorte, sin complejos cada una en su estilo. Se iban a enterar Toxo, Méndez y Rubalcaba que apoyan el piquetero acojono y se ponen detrás para defender lo indefendible que perdieron en las urnas. Déjese usted de pamplinas. En la banda de la izquierda sólo Felipe González se ha pronunciado en contra del jodido escrache. Perdone el Papa Francisco, que seguramente sabe más que un seguro servidor de tangos y malevaje.

Lo de las protestas por los recortes y desahucios es sólo una coartada para tipos que siempre han vivido del Estado y muy bien. Las hipotecas no son de ahora, sino a treinta o cuarenta años, cuando te ponían de paso un AVE en la puerta de casa. Aquello fue la locura del despilfarro, a la que por cierto se apuntaron bancos, desahuciados y promotores que tiraban para arriba, acabando todos colgados del andamio. Todos esos pisos no valen ahora ni la mitad, pero entonces ibas al banco de la esquina, daba igual treintañero que cuarentón y te endiñaban una hipoteca por treinta o cuarenta años. Y te añadían «si quiere, le meto el ciento veinte por ciento para cambiar el buga».

He aquí el problema y así nos va, porque no hay máquina de hacer dinero capaz de soportar ese gasto. Los políticos me recuerdan en este sentido a los pendoneros de la Virgen de Castrotierra, la más guapa, que antes que quitar las autonomías por lo bravo prefieren no rendir el pendón. Siendo servidor seminarista en una misa de campaña se le escapó a uno la vara, que acabó aterrizando entre las piernas del entonces presidente de la Diputación, señor Eguiagaray, el cual mirando al cielo dio gracias a Dios con un «halaaa....». Lo mismo que le pasaba a él con lo suyo, puro espejismo a ciertas edades, le ocurre al país con el dinero de atrás y no hay que esperar milagros.

Así están las cosas mientras cuatro chulos se hacen los amos de las calles. Si repasa usted las fotos verá que tienen pinta de liberados sindicales y otros, los más jóvenes, seguros aspirantes a un subsidio de por vida. Con total impunidad y al que le caigan encima tiene arruinado y abochornado el día, a veces delante de mujer e hijos.

Contra Franco protestábamos y nos manifestábamos y vivíamos mejor.

Echo de menos a los grises.

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