Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Cada día su afán José-Román Flecha Andrés

La fiesta de San José Obrero y las concentraciones obreras nos han llevado siempre a pensar la dignidad del trabajo humano. Según el Concilio Vaticano II, con relación al trabajo, los demás elementos de la producción han de ser considerados como medios e instrumentos (GS 67).

A veces se entiende el trabajo solamente como un esfuerzo corporal o manual. De forma más o menos consciente se contrapone «el mundo del trabajo» al «mundo de la cultura». Y eso, aun sabiendo que todo trabajo contribuye a la creación y difusión de la cultura. Y que toda tarea, incluidas las más estrechamente vinculadas con una actividad intelectual, definen al hombre como un ser trabajador.

El papa Juan Pablo II dedicó al trabajo su encíclica «Laborem exercens». En ella afirma que «el trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas».

El trabajo es a veces una fuente de sufrimiento para el ser humano. Le descubre su menesterosidad y su limitación, le revela su soledad, a veces le priva de su libertad y, por desgracia, le presenta de forma violenta la amplia y variada agresividad humana.

Con todo, la persona necesita trabajar para sentirse útil y autosuficiente. El trabajo revela su señorío sobre las cosas y sobre todo lo que produce. Además, hermana a la persona con los demás seres humanos y la acerca a Dios.

El mismo Juan Pablo II afirmó que «el trabajo lleva en sí un signo particular del hombre y de la humanidad, el signo de la persona activa en medio de una comunidad de personas: este signo determina su característica interior y constituye en cierto sentido su misma naturaleza».

En el trabajo el ser humano se encuentra con todos los polos de la existencia que configuran su mundo relacional:

—En primer lugar, consigo mismo. La persona que trabaja puede descubrir en su labor su capacidad de conocimiento y de transformación de la realidad. El trabajo es un medio para que la persona conozca las posibilidades creadoras de su fantasía.

—Al trabajar, se encuentra uno con «lo otro». La persona entra en contacto con las cosas materiales y con el ambiente cósmico en el que vive y «marca con su impronta la materia sobre la que trabaja y la somete a su voluntad» (GS 67b).

—Al trabajar, se relaciona el hombre con «los otros». En el trabajo, y a través de él, se encuentra con los demás, empezando por los que están más íntimamente vinculados a él como son los miembros de su propia familia, con los compañeros de trabajo y con los destinatarios del fruto del trabajo.

—Por fin, al trabajar, se encuentra el ser humano con «el Absolutamente Otro». El trabajo puede y debe llevarnos a Dios. En el trabajo la persona colabora con el Creador de este mundo. Ahí encuentra la raíz de su dignidad y señorío sobre el mundo.

Con frecuencia podemos observar que el trabajo deshumaniza a algunas personas. Pero es cierto que el trabajo está llamado a ser la más humanizadora de las tareas humanas.

tracking