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Pesadilla en la cocina de lujo

La clausura del restaurante Can Fabes, del fallecido Santi Santamaría, se une a los problemas de los establecimientos de Arola o Torreblanca .

Regina Santamaría tras anunciar que el restaurante Can Fabes cerrará sus puertas el próximo 31 de agosto.

Regina Santamaría tras anunciar que el restaurante Can Fabes cerrará sus puertas el próximo 31 de agosto.

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colpisa | madrid

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Este año varios representantes de la cocina de diseño se han visto abocados al cierre. El último en anunciarlo ha sido el Can Fabes. El establecimiento del fallecido Santi Santamaría —dos estrellas Michelín— dejará de servir a sus clientes el 31 de agosto, tres décadas después de que el cocinero catalán iniciara su sueño. Ubicado en San Celoni (Barcelona), ha visto cómo los comensales se reducían hasta hacer insostenible la situación.

«El restaurante carece de la viabilidad económica necesaria para seguir con un proyecto basado en la excelencia», reconocieron en una carta remitida por los actuales dueños del local, Regina Santamaría —hija del chef fallecido— y Xavier Pellicer al frente de la cocina.

Los dueños lamentan tener que poner el punto final «a uno de los capítulos más brillantes de la cocina catalana y europea de los últimos 25 años». Además, agradecen la confianza de sus clientes durante todos estos años y reconocen la labor de los «grandes equipos» que han formado y de la «brillante trayectoria de muchos grandes cocineros y jefes de sala y bodega».

El restaurante es el último ejemplo de los problemas del sector. Hace unas semanas, Arola Gastro, el establecimiento dos estrellas Michelín del chef Sergi Arola en Madrid, fue precintado por las deudas, en este caso, con Hacienda. En concreto, el cocinero catalán debía 148.000 euros a la Agencia Tributaria y 160.000 a la Seguridad Social. El plan de viabilidad presentado no convenció a las autoridades que embargaron el local. Sin embargo, pudo abrir de nuevo la pasada semana tras renegociar con Hacienda.

La crisis también amargó al repostero Paco Torreblanca, que a comienzos de julio se declaró en concurso de acreedores.

Ni siquiera El Bulli, símbolo de la cocina de diseño comandado por Ferrán Adriá, que cerró hace dos años para ‘refundarse’, logró aguantar la tormenta.

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