Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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El bar Vigón del polígono industrial de Villacedré, donde acostumbro a tomar el vino más mañanero, obsequia este año a sus clientes con un calendario de bolsillo cuyo reverso reza «en las próximas elecciones vota por Alí Babá y estarás seguro de que sólo serán cuarenta los ladrones». Hay taberneros que saben más de política que yo y por eso sigo moviéndome en malos ambientes. Si quieres aprender algo tiene que ser así.

Bueno, el caso es que el de la barra, Vicente, me robó el título de este articulillo que, por lo demás, coincide con mi calendario vital. Si en vez de por el Vigón empezara los vinos por el Hostal de San Marcos, que me cae muy lejos en todos los sentidos, vendría con la sesera en blanco y más el otro martes cuando Zapatero presentó allí sus ya famosas memorias El dilema , el librico autoexculpatorio de un baranda que dejó al país con cinco millones largos de parados. Estas sanjuanadas se presentan o no con dos de los que usted ya sabe en el bar Vigón, rebosante de obreretes abocados al despido. No voy a meterme más con Zapatero porque acaban de darme el libro con la siguiente dedicatoria de su puño y letra: «Para Antonio Núñez con todo mi afecto y mis recuerdos de cafés y artículos... Bueno, de todos los artículos no me acuerdo... J. Zapatero. Diciembre 2013». Venga, macho, pelillos a la mar, pero no sé de dónde habrás sacado lo de los cafés.

A lo que íbamos, si para usted en Villacedré camino de ninguna parte no deje de hacerlo en el bar Vigón, polígono el Jano, número 139 de la calle Virgen de los Imposibles. Con el nombre de la patrona que protege al pueblo está dicho todo, pero debe de ser muy milagrera para cobrarte allí setenta céntimos, como el famoso café de Zapatero y ni uno más, el chato de vino del Bierzo. Perdona que te cite otra vez, chaval.

Ahora hablemos de Rajoy. Estas navidades muchas familias van a tener la cena muy recortada. Pocas con champán Freixenet y casi ninguna con el champrada de Prada a Tope, coño qué precios a siete euros y pico la botella Palacio de Canedo. Yo cogí dos sólo por joder a los catalanes, pero no quería comprar a tope el palacio de Prada. Modérate.

Quedan dos días para la Nochebuena, que en muchos millones de hogares no lo será tanto. Un pollo a repartir entre muchos de casa y en algunas sólo el ala. Del misterio del nacimiento más vale no meter al horno la mula y el buey del Portal de Belén porque estarían muy duros aparte de ser una cocción irreverente. Los camellos de los Reyes Magos, pasen.

Uno espera como nieve de navidad el discurso del rey antes de estar trompa y que me perdone su lesa majestad. Se lo podría pergeñar ya desde el Vigón y empezar algo así como «españoles, este año estamos todos jodidos, bueno la reina no, así que comemos medio capón con los recortes de Montoro. La otra mitad se la damos a Leticia por el engorde, parece mentira que sea asturiana, ho. Y del cava de Artur Mas nada no hay como sidra El Gaitero». En fin, los discursos que le colocan a don Juan Carlos por estas entrañables fiestas son muy pavisosos, no como mi calendario del Vigón.

Como hoy es también el sorteo de la lotería le deseo mucha suerte a todo el mundo menos a Montoro, sepárate un momento, coño. Y la mejor de las suertes a todos los que juegan al ocho, que es el mío. La letanía atiplada de los niños de San Ildefonso es algo que nos va a tener en vilo a todos. Y a Montoro. A ver si toca en el Vigón, donde me parece que yo llevo el 26.078, distrito de Armunia. Si no es ese será de otro bar de peor reputación todavía. Allí no podríamos descorchar si cae el gordo porque somos pobres hasta para eso y habría que encargar una caja de ocasión a la nave de Vinos Nistal, cae al lado y seguro que lleva algún décimo. Los problemas del pueblo donde habito son así, según le comentaba el otro día al exalcalde Paquito. «Tu problema», le dije yo, «es que eres del PSOE». «Hay cosas peores». respondió él. Ya, pero pocas.

Días atrás recibí una felicitación navideña de mi amiga Maricruz, hermana carmelita que dio clase a mi hija Catalina. Como el otro domingo la saqué en danza diciendo que tenía casi ochenta años rectifico: sólo tiene setenta y cuatro y la que acaba de cumplir cien como una rosa es su madre.

Pone la postal navideña de la monjita: «mis mejores deseos para estas fechas y siempre con mis súplicas al Niño que viene a salvarnos».

Deseo lo mismo, Zapa. Sin dilemas.

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