Diario de León

Carta sin sello

Querido padre Miguel:

León

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El amor no viene en los mapas, él mismo es el mapa, luego hoy no le daré más importancia a que haya trabajado años en nuestro Hospital San Juan de Dios, dando asistencia pastoral. Su ciudad es el mundo. Estamos pendientes de su salud, así como de la de las misioneras también infectadas de ébola. El otro día leí la diferencia entre sentir compasión y sentir piedad. Según el Papa, «sentir compasión significa padecer con, compenetrarse con el sufrimiento del otro, al punto de tomarlo sobre sí». Y eso es precisamente lo que ha hecho como sacerdote; lo mismo que hacen quienes trabajan a diario por aliviar el sufrimiento de los más pobres. Permítame, pues, que nos compadezcamos de usted y del dolor de África. Pero resulta fácil que nuestros sentimientos solidarios queden en pena efímera, casi en abstracción. Amar es hacer.

Seguí por la radio su traslado a España. La noticia que dieron después fue que Japón recordaba a las víctimas de Hiroshima. A veces, los hombres somos el peor virus. Y, pese a ello, padre, hay razones para la esperanza si aún somos capaces de sentir compasión.

Recupérese, le necesitamos

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