Cosas de aquí | Una reivindicación floral
Riaño se vistió de capilote
La fiesta que recuerda la lucha de la comarca contra el pantano recuperó los pendones de Anciles y Escaro, dos de los pueblos que desaparecieron.
Las chicas del capilote se encargaron que todos llevasen esta emblemática flor.
Los mozos y las mozas de Riaño salieron como cada mes de mayo al campo para celebrar la capilotada. Daba así comienzo la Fiesta del Capilote, una flor emblemática de la lucha del viejo Riaño contra el pantano que aún se mantiene en el recuerdo. El capilote, una variedad de narciso, fue el verdadero protagonista y cientos de personas se dieron cita en Riaño. Portaban capilotes o llevaban algún emblema con esta flor en la camiseta o en el pañuelo.
La novedad de esta edición fue la presentación y bendición de los nuevos pendones de Anciles y Escaro, dos pueblos que quedaron bajo las aguas del pantano. Si hace unos meses la plaza de Riaño acogía la instalación de un campanil de concejo, ayer los pendones de los pueblos de la comarca se situaron alrededor de esta campana que empezó a sonar en recuerdo de una tradición leonesa que consistía en convocar a los vecinos a concejo o para realizar alguna facendera además de para avisar en caso de emergencia como fuego en el pueblo o en el monte.
Los mozos y mozas de Riaño de que la fiesta sea un día de recuerdo a aquella lucha que tuvieron las gentes de la montaña contra el embalse de Riaño y, al mismo tiempo, que sirva como una mirada a un futuro prometedor y como reivindicación ante el abandono y olvido que vive la comarca de Riaño que cada año se va despoblando más. Una despoblación que se inició en 1987.