Diario de León
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PEDRO TRAPIELLO
León

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Me fascina y a la vez me aterra la barroquísima liturgia chapada en oro y los recamados templos de las iglesias ortodoxas que se tienen por depositarias del cristianismo original y herederas directas de los apóstoles, no así la iglesia de Roma que, para ellos, es pura aberración del evangelio (sus razones dan y por eso se dicen ortodoxos, la «correcta creencia»). Son catorce iglesias autónomas, cada cual con su patriarca.

El patriarca constantinopolitano Bartolomé (al que también llaman santo padre) convocó en Creta estos días a todos los demás patriarcas (que exigen el tratamiento de «vuestra beatitud») para una conciliación ecuménica de sus cosas (ya tocaba después de 1.200 años sin verse el jeto) y aunar así tanta divergencia; tanta, que cuatro iglesias orientales ni aceptaron acudir a este negocio doctrinal. Y entre las cuatro ausentes, la principal, la iglesia rusa del patriarca Kirill (Cirilo, para entendernos) que tantos desplantes le hace al pobre Francisco; una iglesia que suma la mitad de todo el orbe ortodoxo, de modo que el tal concilio cretense no interesa ni a la mitad de la parroquia.

El temporal no amainará.

Sócrates repasa entonces el mapa del cisma que fueron dibujando los seguidores de un mismo Cristo, los que llevan quince siglos a cristazo limpio abriéndose el tarro con evangelios de piedra y que forman hoy más de cincuenta iglesias con su enjambre de sectas (como cuerpo, aunque sea místico, va sobrado de cabezas y costurones).

Cuando el cristianismo dejó de perseguirse para sentarse junto al emperador y el negocio, cada cual quiso retener su tenderete, su verdad, y el secesionismo se contagió, viva la independencia y viva Dios que nunca muere.

Y para acreditar que era la verdadera, cada cual inventaba y exhibía reliquias «auténticas», así que en el siglo V ya teníamos diez prepucios del niño Jesús, tres cinturones de la Virgen, quince griales... y maderos de la vera cruz como para armar un galeón.

Resumen: si entre ortodoxos no se entienden, ¿lo harán algún día con los católicos?... tururú, la fe es oro... el oro es dios... y el ortodoxo, pan dorado.

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