Diario de León

Mi chico es celoso porque me quiere

Quince denuncias por violencia y una orden de alejamiento en León «son sólo parte» del maltrato y el acoso que sufren las adolescentes por parte de sus parejas, un abuso del que no son conscientes y atribuyen a «muestras de amor» por celos. Las familias, preocupadas, acuden a las asociaciones de víctimas

Adavas alerta de que muchas adolescentes no son conscientes de que sus parejas las controlan y las acosan en sus relaciones personales . JESÚS F. SALVADORES

Adavas alerta de que muchas adolescentes no son conscientes de que sus parejas las controlan y las acosan en sus relaciones personales . JESÚS F. SALVADORES

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carmen tapia | león

Quince denuncias por maltrato (trece en el ámbito doméstico) y dos por violencia de género y una orden de alejamiento «son sólo la punta del iceberg» de un cambio de tendencia en las relaciones de pareja de los adolescentes. Las estadísticas de la Fiscalía de Menores de León evidencian, según las asociaciones feministas de ayuda a las víctimas «una vuelta atrás» en la aceptación de los roles femeninos y masculinos, explica la Sagrario Pérez de la Asociación de Ayuda a Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia Doméstica (Adavas). «Hay más violencia de la que parece», alertan los psicólogos.

El acoso y el maltrato psicológico entre adolescentes se afianzan. «Los celos y el control de la pareja han vuelto a los institutos», asegura Lucía Lorenzana, experta de Adavas que este año ha impartido talleres y cursos a más de 2.000 alumnos en los centros educativos de la provincia. Y lo peor es que la víctima, en este caso las chicas adolescentes, no se siente agredida y asumen como «normal» que su pareja le diga cómo vestir, con quién tienen que salir o que el control constante de sus movimientos con mensajes al wasaps.

La macroencuesta nacional de Violencia Contra la Mujer de 2015 señala que el 21% de las mujeres menores de 25 años que han tenido pareja han sido víctimas de violencia de género, frente al 9% de las mujeres en general.

La aceptación del acoso y el maltrato psicológico que las adolescentes interpretan como «amor» preocupa a las familias. A la sede de Adavas llegan cada vez más padres y madres alarmados por el maltrato que sufren sus hijas y por la nula percepción que tienen las niñas de ser víctimas de violencia machista. «Aunque reconocen que el insulto forma parte del maltrato, lo identifican como una muestra de amor», asegura Lucía Lorenzana.

Trabajadoras sociales y psicólogas que trabajan en León con las víctimas de violencia de género están preocupadas por el cambio de tendencia. «Las chicas de 14 y 15 años ven normal que la pareja tenga celos, que asocian al amor, y las controlen por medio de las redes sociales y el móvil, y asumen que si se rompe la relación la pareja les insulte, les amenace y les acose», explica Lucía Lorenzana. «No son capaces de identificar que los celos y el control son conductas abusivas y los atribuyen a muestras de amor. Falta mucho trabajo por hacer para conseguir unas relaciones en igualdad».

Las familias afectadas acuden a la asociación en busca de recursos. Las advertencias de los padres acaba, en ocasiones, deteriorando la relación familiar. «Los padres vienen a pedir consejo, no saben cómo actuar porque si hablan con sus hijas se enfadan y temen que se vayan de casa. Las adolescentes no aceptan ni viven como un acoso lo que es claramente un acoso». La psicóloga clínica Begoña Pérez cree que pese a las campañas, los talleres y las leyes, hay que trabajar en la identidad y los roles de género. «¿Qué tipo de masculinidad es la que valora la sociedad?», se pregunta. «Las chicas que llegan a la consulta son más inmaduras. Creen en el sueño romántico y son dependientes emocionales. Cuesta mucho trabajo trabajar para que ‘se desenganchen’. Y los chicos aprenden a utilizar estrategias de manipulación». Pero la psicóloga advierte. «No llegamos a ver todo lo que está pasando realmente. Los datos no son nada positivos».

Posibles causas

Aunque apuestan por hacer un estudio rigurosos para destapar las causa de esta «nueva corriente conservadora», como la define Sagrario Pérez, de Adavas, la psicóloga señala dos causas desencadenantes de este retroceso: la sobreprotección de los padres y la violencia machista que muchos de ellos viven en sus casas. «Tenemos muchos casos de chicos y chicas que han presenciado episodios de violencia de género en sus casas y no han conseguido superar lo que han vivido. Los padres y las madres reproducen con sus hijos lo que han vivido en pareja. Hay muchos niños y niñas víctimas, que viven en sus casas la violencia de sus padres hacia sus madres y esos menores no están siendo tratados en ningún sitio». El resultado, según la psicóloga, es que los menores «se igualan en la parte negativa, extreman el rol y se produce mucha violencia en la relación que tienen con otras personas»

La psicóloga señala también la sobreprotección como desencadenantes de violencia. «Los menores no desarrollan sus capacidades sociales en la vida y recurren a la violencia para relacionarse con los demás».

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