Diario de León

El reflejo divino de la humanidad

UNA NUEVA HUMANIDAD. Esta es la conclusión a la que llegan en esta conversación Rogelio Blanco, José Luis Puerto y Juan José Tamayo, tres intelectuales que abordan el concepto de Dios y la religiosidad y concluyen con que nunca como ahora el ser humano ha estado tan huérfano.

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cristina fanjul | león

Estamos en una época de transición hacia un mundo que no somos capaces de atisbar. El consumismo y la dictadura de la tecnología han modificado la forma en la que el hombre sabía estar en el mundo. El transhumanismo y las promesas de inmortalidad llegadas de la nueva revolución científica han desplazado a la religiosidad tradicional. Esta revolución nos lleva a preguntarnos el lugar que Dios ocupa en nuestras vidas. Un filósofo, un teólogo y un antropólogo tratan de hacer frente a esta pregunta.

ROGELIO BLANCO. Filósofo y pedagogo. Fue director general del Libro, Archivos y Bibliotecas. Entre sus obras, destaca ‘Dismundo’ o ‘La escala de Jacob: de la visión a la palabra’. Foto: JESÚS F. SALVADORES

JOSÉ LUIS PUERTO. Antropólogo, poeta, catedrático de Lengua y Literatura y etnógrafo. Entre sus obras destaca ‘Un jardín al olvido’, ‘Trazar la salvaguarda’ o ‘Las sílabas del mundo’. Foto: JESÚS F. SALVADORES

JUAN JOSÉ TAMAYO. Director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Carlos III de Madrid. Autor, entre otras obras, de ‘Nuevo paradigma religioso’. Foto: RAQUEL P. VIECO

¿Existe Dios a pesar de los hombres? ¿Nos necesita para algo?

José Luis Puerto: Podríamos decir que el hombre es un ser de conciencia religiosa. Por eso, en todas las culturas hay una conciencia de Dios y este Dios suele estar vinculado con el lugar y con la propia vida. En España, por ejemplo, hay una religiosidad pragmática, como la del agricultor, que siempre pide buenas cosechas y salud.

Juan José Tamayo: El origen de las religiones monoteístas judaísmo, cristianismo e islam, es un acto de revelación de dios al pueblo a través de un mediador: el profeta. Es un Dios universal de todos los seres humanos, que tiene un proyecto de salvación para todos los pueblos de la humanidad. Los atributos de dios son: creador, abogado defensor de las personas más vulnerables y liberador de los oprimidos. La experiencia religiosa monoteísta no es un acto de fe individual, sino que crea comunidad donde se comparten los bienes y se vive la fraternidad. El sujeto de la fe es el yo pero no aislado, sino el yo como hermano y hermana.

Rogelio Blanco: No hay culturas ateas. La religión es una proyección humana. Todas se expresan con una vocación de eternidad, pero todas nacen, viven y mueren. Hay miles de religiones y en su origen todas arrancan con mitos asociados a la culpabilidad. En Grecia, los filósofos criticaban que los dioses tuvieran demasiado espacio, tanto que no dejaban sitio a los hombres. De ahí que Lucrecio sentenciara que tanta religión no era buena.

¿Y la inmortalidad?

J.L.P: El ser humano tiene necesidad de que lo sagrado tenga espacio. Siempre hay un argumento de autoridad frente a lo profano, frente a la razón, que es aquel momento en el que la realidad comienza a ser vista desde el conocimiento. El catolicismo es la idea de permanencia frente a lo que contraviene el discurso histórico en el que todo es fugaz. ¿Sabe lo que es el ciclo de Leusis? Creo que la resurrección propuesta por el cristianismo tiene mucho que ver con ese tiempo cíclico, en el que si el cereal no muere, no da fruto. Las culturas cerealísticas son culturas de la resurrección.

J.J.T: Las religiones monoteístas reveladas no se ocupan de demostrar racionalmente la existencia de Dios. La viven y la experimentan. Su monoteísmo es ético, no dogmático. Creer en Dios no es el resultado de argumentos filosóficos, sino que consiste en practicar la justicia y optar por los empobrecidos y empobrecidas. La confesión de fe en Dios excluye todo acto de idolatría y el amor a Dios es inseparable del reconocimiento y del amor al prójimo. El Dios de los filósofos es, por el contrario, el Dios de la razón, el motor inmóvil de Aristóteles, el Dios de la teodicea, cuyo objetivo es defender la trascendencia divina, su omnipotencia, omnipresencia, omnisciencia. El Dios de la razón pasa por diferentes etapas en el pensamiento occidental: armonía dios-razón (Descartes); ruptura radical entre el dios de los filósofos y el Dios de la revelación (Pascal); agnosticismo (Hume); deísmo (filósofos ilustrados); ruptura Dios-razón (ateísmo moderno)...

R.B: Sí, y es que vinculado al hombre religioso está el hombre que se pregunta, que se cuestiona. La metafísica de Aristóteles consistía en adentrarse en la física. Sin embargo, poco a poco la filosofía perdió esa idea de ‘entrar dentro’ con lo que aceptó convertirse en un ‘enclave’ de la religión, subyugándose a ella en un solo libro. El propio Santo Tomás decía que era lector de un solo libro. Verá, la religión clásica era panteísta. El Partenón era un parlamento. Con la modernidad, frente al teocentrismo, llega el antropocentrismo y con la Ilustración, el grito de Kant: ‘Atrévete a pensar’.

Sin embargo, la mayoría de los filósofos han sido deístas

R.B: Sí. Puede ser que exista un ser superior que se ha desentendido, pero lo que ha hecho el hombre es hacer pervivir el miedo, la culpa, las utopías para ir al más allá, algunas incluso tratando de celestializar la tierra. Hay una obsesión de traer el más allá al más acá. Por eso creo que hace falta una nueva ilustración en la que el hombre se interpreta.

J.L.P: En todas las culturas hay un mito: el de la caída. El hombre es un ser que existe en la caída, en la conciencia de la herida por nuestra conciencia de finitud. Rilke decía que el ser humano está puesto al revés porque tiene conciencia de la muerte. El único momento en el que el hombre está al derecho es el momento del amor. El amor es un muro frente a la finitud. Hay una vía que hoy en día no se está planteando. Nieztche planteó la muerte de Dios y hoy en día se ha decretado la muerte del hombre. Lo predijo Marx al decir que el hombre perdía su humanidad para convertirse en fuerza de trabajo. Ahora, asistimos a la muerte de la Tierra, de ahí que la conciencia ecologista sea tan fuerte. Hay una resacralización en la relación entre el hombre y la naturaleza.

RB: Siempre se ha condenado el panteísmo, En su origen, se vinculó el saber al poder. De ahí El árbol del bien y del mal, el zigurat, los templos egipcios. Cuanto más se sabe, más se puede. Por eso, a los poderes les han interesado la religión, como un elemento de control. Por eso digo que la filosofía debe rescatar al ser humano. Las proyecciones han de ser aplicadas aquí. La filosofía sirve para paliar el dolor humano. La pregunta de quiénes somos es más necesario que nunca. Edgar Morain dice que la antropología tiene cero años. Hay que soldar las ciencias para conocernos.

J.L.P: Estamos en un mundo de ampliación de la conciencia. El hombre europeo impuso el antropocentrismo y hemos de mirar otras dimensiones. Se está empezando a hablar de por qué nunca se ha cuestionado la supremacía del hombre. Surge una nueva conciencia para establecer otros diálogos y perspectivas nuevas. Yo lo vinculo con la necesidad de resacralizar, con el surgimiento de una nueva espiritualidad.

Pero vivimos un momento de desacralización arrollador...

J.J.T: A partir del siglo XVI Occidente vive un proceso de secularización, entendida como autonomía de las realidades temporales de todo tutela religioso. La ciencia, la cultura, el arte, la filosofía, la política, la creación literaria, la ética tienen sentido por sí misma sin necesidad de legitimación religiosa alguna. Es el giro del teocentrismo al antropocentrismo, de la teocracia a la democracia, del creacionismo a la evolución, del geocentrismo al heliocentrismo, de la crítica humanista, científica, política moral, de la religión, que desemboca en ateísmo y en conflicto entre ciencia y fe.

R.B: La conciencia explica la existencia humana o la existencia humana explica la conciencia? Esa pregunta de Marx sigue siendo válida. La filosofía debe volver a transformar porque en la medida en la que el hombre se diluya en mitos, estamos haciendo dejación de funciones. Somos el hombre que se pregunta y lee. A través de la lectura debemos hacernos preguntas. Hay criterios que permanecen: los circunstanciales, los radicales de raíz, por eso dialogan la cultura, no las civilizaciones y ese diálogo siempre debe partir de los radicales porque hay unos mínimos compartidos de manera universal.

J.J.T: La ciencia no necesita de la hipótesis de Dios para verificar sus hipótesis. Quien mejor expresa la autonomía de la ciencia de todo acto de revelación y de toda dependencia divina es el científico francés Laplace, quien preguntado por Napoleón qué lugar ocupaba Dios en su sistema del universo le responde: «No necesito a Dios como explicación de mi sistema del universo».

J.L.P: María Zambrano decía que la piedad era dar a lo otro un trato adecuado. Creo que los europeos hemos tenido un trato inadecuado con lo otro. No se debe pisar sobre nada ni sobre nadie. De ahí que fuera necesaria una nueva actitud ética.

J.J.T: En la medida que la razón se torna autónoma y se independiza de la creencia religiosa sigue dos caminos: el agnosticismo, que, según la definición de Tierno Galván, consiste en sentirse instalado cómodamente en la finitud sin ninguna tensión hacia trascendencia, y el ateísmo, que es la negación explicita de la existencia de un ser superior trascendente y, consecuentemente, la fundamentación antropológica de la ética y de la vida humana..

R.B: Si la filosofía no sirve para paliar el dolor, no vale para nada. Esa es la pregunta que debemos hacer. Cuando Lorca escribe Poeta en Nueva York, pronuncia esos versos terribles: «Y la vida no es buena, ni noble, ni sagrada»

J.L.P: También dice en Grito hacia Roma:’Ignoran que Cristo puede dar agua todavía porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra, que da sus frutos para todos’. El cristianismo tiene mucho que decir en cuanto a la fraternidad. Es el gran valor que queda por desarrollar.

J.J.T: En el caso del cristianismo, en la práctica, los jerarcas y los ideólogos, los dirigentes de la conciencia, se han basado en la salvación individual y del alma. El cuerpo es un lastre y la muerte, una liberación. Por esa razón, el cristianismo es una religión individualista y espiritualista. Por eso, el movimiento igualitario, con carácter liberador y de buena noticia se pierde y queda en una verdad dogmática. Todo ello llevó a la patriarcalización de la Iglesia.

¿Qué hacemos con la nueva dictadura de la tecnología?

R.B: La filosofía está fuera del aula. Hay que desarrollar una epistemología que desarrolle ismos, puntos de unión. La tecnología, las matemáticas han creado un nuevo feudalismo de dueños y esclavos. No se puede perder de vista que el esclavo aloja en su corazón al amo y los algoritmos son nuestros nuevos amos.

J.L.P: Creo que nos está vaciando de nuestra propia humanidad. Hay aplicaciones en el móvil que lo hacen todo por nosotros. Es una alienación, la nueva esclavitud. Llegará un momento en el que la máquina va a enseñar y la palabra va a costar mucho y solo la pagarán los ricos. La palabra será cara.

R.B: Insisto. El hombre es el animal que pregunta y lee, que obtiene conocimientos. Estamos en una reificación del materialismo insultante. Decía Zambrano que los ídolos necesitan chuparnos la libertad para vivir.

J.L.P: Cuando surge el libro impreso, surge la modernidad

R.B: Y surge la figura del lector, y con él el espíritu crítico. No hay que olvidar que don Quijote fue capaz de leer el libro más importante que se ha escrito: el libro del rostro humano, y comprometerse con él. Si somos capaces de leer como don Quijote, entraremos en una nueva salvación del ser humano.

J.L.P: Nunca el ser humano ha estado tan huérfano como ahora, con tantas universidades y tantos catedráticos. Por eso, la nueva vivencia de lo religioso se situará en la esfera de lo particular, de la comunicación íntima

R.B: Pero pongamos primero al ser humano...

J.L.P: Hay que hacer una síntesis entre el sentimiento del Romanticismo y la Ilustración, entre el vivir y el pensar. Es de ahí de donde puede llegar una nueva rehumanización. El sentido de trascendencia nace de que somos actos de conciencia.

R.B: Sí. El fallo de las religiones es tratar de llevarnos hacia otro lugar, porque es en nuestra conciencia donde está toda la humanidad...

y queda en una verdad dogmática. Todo ello llevó a la patriarcalización de la Iglesia.

R.B: Si la filosofía no sirve para paliar el dolor, no vale para nada. Esa es la pregunta que debemos hacer. Cuando Lorca escribe Poeta en Nueva York, pronuncia esos versos terribles: ‘Y la vida no es buena, ni noble, ni sagrada’...

J.L.P: También dice en Grito hacia Roma: ‘Ignoran que Cristo puede dar agua todavía porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra, que da sus frutos para todos’. El cristianismo tiene mucho que decir en cuanto a la fraternidad. Es el gran valor que queda por desarrollar.

J.J.T: Aun cuando el cristianismo es una religión comunitaria, la teología, la catequesis y la predicación se han centrado en la salvación individual, descuidando la dimensión comunitaria. Aun cuando la antropología cristiana es unitaria, con frecuencia ha desembocado en el dualismo cuerpo-alma como elementos separados y opuestos y ha puesto el acento en la salvación del alma en detrimento de la liberación integral de la persona. El cristianismo se ha desviado de núcleo originario y ha dado prioridad a las tendencias individualistas y espiritualistas en la concepción del ser humano y de la salvación y ha prestado nula atención a la liberación de la naturaleza, inseparable de la liberación de los seres humanos. Quienes han corregido estas graves patologías han sido, a mi juicio, la teología de la liberación y la teología ecológica..

¿Qué hacemos con la nueva dictadura de la tecnología? ¿Cómo le hacemos frente?

R.B: La filosofía está fuera del aula. Hay que desarrollar una epistemología que desarrolle ismos, puntos de unión. La tecnología, las matemáticas han creado un nuevo feudalismo de dueños y esclavos. No se puede perder de vista que el esclavo aloja en su corazón al amo y los algoritmos son nuestros nuevos amos.

J.L.P: Creo que nos está vaciando de nuestra propia humanidad. Hay aplicaciones en el móvil que lo hacen todo por nosotros. Es una alienación, la nueva esclavitud. Llegará un momento en el que la máquina va a enseñar y la palabra va a costar mucho y solo la pagarán los ricos. La palabra será cara.

R.B: Insisto. El hombre es el animal que pregunta y lee, que obtiene conocimientos. Estamos en una reificación del materialismo insultante. Decía Zambrano que los ídolos necesitan chuparnos la libertad para vivir.

J.L.P : Cuando surge el libro impreso, surge la modernidad

R.B: Y surge la figura del lector, y con él el espíritu crítico. No hay que olvidar que don Quijote fue capaz de leer el libro más importante que se ha escrito: el libro del rostro humano, y comprometerse con él. Si somos capaces de leer como don Quijote, entraremos en una nueva salvación del ser humano.

J.L.P: Nunca el ser humano ha estado tan huérfano como ahora, con tantas universidades y tantos catedráticos. Por eso, la nueva vivencia de lo religioso se situará en la esfera de lo particular, de la comunicación íntima

R.B: Pero pongamos primero al ser humano...

J.L.P: Hay que hacer una síntesis entre el sentimiento del Romanticismo y la Ilustración, entre el vivir y el pensar. Es de ahí de donde puede llegar una nueva rehumanización. El sentido de trascendencia nace de que somos actos de conciencia.

R.B: Sí. El fallo de las religiones es tratar de llevarnos hacia otro lugar, porque es en nuestra conciencia donde está toda la humanidad...

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