Diario de León

Santa Claus, adiós al icono del deporte

En los ochenta, recibía dos contenedores de mercancía y las grandes marcas de ropa deportiva le pedían consejo para sus diseños. Impulsó el deporte base en la provincia. Con ella, se clausura la época dorada del comercio leonés.

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cristina fanjul | león

«Conozco cada baldosa de esta plaza. Llevo aquí cincuenta años, medio siglo ya. Y sí, a veces me da el vuelco de comenzar de nuevo, del miedo que me da que todo esto desaparezca de un día para otro, sin más». Felisa Flores Álvarez abrió Deportes Santa Claus cuando en León no existían las tiendas de deportes. «Sólo había armerías», recuerda la propietaria de un comercio icónico para la provincia que en breve clausurará una época. «Por aquí han pasado cuatro generaciones. Todo el mundo. Venían de los pueblos a comprar tres y cuatro veces al año, desde Madrid y Barcelona. Tenía tantos pedidos que incluso llegué a abrir una ‘sucursal’ en Villablino», asegura Felisa.

No fue fácil. Era mujer en unos años en los que la igualdad no se entendía como ahora. «Se me cerraron muchas puertas. Recuerdo que una marca de esquís no quiso venderme material porque me dijo que era imposible que yo pudiera montarlos. Las cosas han cambiado mucho, pero al principio las pasé putas», asegura. Recuerda Felisa sus viajes a Alemania — «no hablaba inglés, ni nada»—, llegaba a los pabellones sola y, poco a poco, comencé a hacer contactos». La mayoría de las semanas, al cerrar la tienda se ponía rumbo a Barcelona. «Conducía toda la noche y al llegar me aseaba en un área de servicio para comenzar las reuniones y sacar más barato el material duro. Al acabar, otra vez al coche y para León. Veinticuatro horas sin dormir. Nada sale porque sí. No es suerte, es trabajo».

Poco a poco, Felisa fue haciéndose con el negocio en España. Tanto, que se convirtió en una cazadora de tendencias. Sabía lo que la gente quería y las grandes marcas se dieron cuenta de que lo que ella decía, se vendía. Por eso, cada vez que comenzaban a diseñar una línea de ropa, la llamaban para que les aconsejara, lo que hacía que algunas de las prendas sólo se vendieran en León. Eran modelos exclusivos para Felisa y quien quería adquirirlas tenía que desplazarse a León. Fue el caso de Nevica, de Rocneige, para la que diseñó una cazadora de esquí exclusiva. Lo mismo ocurrió con Mito, uno de cuyos chándal más emblemáticos de los años noventa fue creación de la empresaria leonesa. «Tenía acceso a todo y a todos y, en ocasiones, llegué a estar presente en las negociaciones de las marcas con los deportistas», asegura.

Felisa Flórez se muestra muy agradecida a los leoneses. «A mí me venían familias enteras con dos ó 3 hijos y me compraban de todo. Me compraba gente de Madrid y Barcelona porque yo tenía productos que allí no existían», recuerda. Era tal el volumen de negocio, que llegó a comprar dos contenedores de material al año, subraya la propietaria de Santa Claus. Así que comenzó a hacer importaciones directas de marcas extranjeras en un momento en el que casi nadie las hacía en España. Eran los años ochenta y el país aún no había entrado en la Comunidad Económica Europea, con lo que había que pagar aranceles muy altos. La economía de León funcionaba. Sólo así puede entenderse el ejemplo de la empresa de Felisa. «Por un mes no me hice con la patente de Reebok. Estaba en Tokio y veía esa palabra por todas partes. Pensaba que eran una zapatillas feísimas, pero estaba segura de que en España darían la campanada. Yo tenía por entonces una amiga que trabajaba en el instituto de Patentes y Marcas, y la llamé. Me dijo que hacía un mes que lo había patentado otra persona», lamenta. Felisa fue, además, la promotora del deporte base de León. Más de 500 niños de León comenzaron a practicar algún deporte gracias a Santa Claus. Fue ella la que puso en marcha los viajes en autobús a San Isidro. «Puse dos autocares que partían cada fin de semana a la estación. A veces me costaba dinero. No cubría gastos, pero yo quería crear afición. Así estuvimos unos cuantos años, hasta que se puso en marcha el club San Isidro». También se montaron a través de Santa Claus torneos de tenis. «Eran muy bonitos hasta que comenzaron a coger fama y todo se fastidió», dice sin empacho. Los torneos se dirigían a niños entre seis y once años, lo mismo que el baloncesto, cuyo equipo llegó a jugar ligas nacionales. «Yo pagaba todo: las fichas de los niños, el arbitraje, el alquiler del palacio de Deportes...»

Durante su vida en el mundo del deporte, Felisa ha logrado ocupar un lugar de importancia en este mundo, un lugar que le ha llevado a tratar de tú a tú a personajes de la talla de José Manuel Abascal o Carlos Alonso González ‘Santillana’.

Futuro del comercio

Felisa cierra a pesar de que se le hace un nudo en el estómago cada vez que piensa en pasear por las Cortes sin ver su tienda abierta. «El negocio ya no da ni para cubrir gastos. Si las cosas siguen como hasta ahora, el comercio de la ciudad morirá. No hay ninguna empresa que genere riqueza y el consumo no puede hacer crecer la ciudad», advierte esta emprendedora echando mano de la experiencia de 50 años de vida en la industria. Felisa lamenta el envejecimiento paulatino de la provincia y la ausencia de relevo. «Aquí se abre y se cierra de manera continua. La gente está ensimismada y compra lo necesario porque no tiene dinero para más», analiza.

La propietaria de Santa Claus recuerda que antes los clientes llegaban y hablaban con el comerciante. «Sabías lo que quería el cliente porque había mucha comunicación, tanta que a veces comprabas prendas determinadas porque sabías de antemano quién te las iba a comprar. «Ahora, ya... Supongo que cerraré en un mes», dice con tristeza. Al despedirse me repite la frase del principio: «A lo mejor me da un vuelco—, pero si no, por favor, no olvides decir lo agradecida que les estoy a los leoneses».

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