Diario de León

El parado que cuida gratis de siete siglos de historia

Riaño quiere volver a reflotar su iglesia. Simón Baratas, parado de larga duración y pocos recursos, es el guía de la Iglesia del Rosario. Vive de los donativos de los turistas. Treinta años después de la demolición de nueve pueblos para construir el pantano, Riaño se moviliza de nuevo para que Patrimonio proteja las pinturas góticas recuperadas de la iglesia de La Puerta..

Simón Baratas, guía y guardián de la Iglesia del Rosario, junto a las pinturas góticas que protege. MARCIANO

Simón Baratas, guía y guardián de la Iglesia del Rosario, junto a las pinturas góticas que protege. MARCIANO

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León

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carmen Tapia | riaño

Simón Baratas tiene 52 años, está en paro, carece de recursos y tanto la concejala de Cultura, María del Pilar Alcalde, como el párroco de Riaño, Javier Carande, no dudan en apoyar su propuesta de ejercer de guía y mantenedor voluntario de la Iglesia del Rosario «una joya poco conocida» recuperada piedra a piedra de La Puerta, uno de los nueve pueblos inundados por el pantano de Riaño. Baratas está al cuidado de siete siglos de historia, tantos como tienen las pinturas góticas situadas en dos falsas bóvedas, un plesbiterio que representa la creación del firmamento, trasladadas por especialistas de Bellas Artes desde la antigua iglesia del pueblo inundado, un laborioso proceso de conservación que ahora está en peligro. «No somos capaces de conservarlas. No tenemos dinero para su mantenimiento», reconoce el párroco de Riaño.

Las pinturas, del siglo XIV, son lo más valioso del templo. Descubiertas por casualidad durante las labores de traslado, en 1987, desde La Puerta hasta el nuevo Riaño, estaban escondidas detrás del retablo y el altar. «Había gente del pueblo que no las había visto nunca», recuerda Baratas que, además de guía, se ha propuesto recuperar testimonios de los habitantes del pueblo inundado. «Tenemos que estar orgullosos de nuestro patrimonio. La iglesia románica es de estilo rural. En el Obispado está inscrita como Iglesia de San Pedro, pero en el pueblo es la Iglesia del Rosario».

En el interior, además de la pinturas, están expuestas dos figuras góticas de Santa Águeda y Santa Inés. «Para que no se deterioren necesitamos mantener la iglesia a una temperatura de 16º, y para eso hay que poner la calefacción, y no podemos pagar ese gasto», afirma el párroco, que señala al tejado también necesitado de arreglo.

Baratas pasa el día entre cantos gregorianos, que elige para dar ambiente cuando llegan los visitantes. Ventila, limpia y cuida del legado de sus antepasados. Vive de los donativos que dejan los turistas que visitan el templo, un acuerdo al que han llegado el Ayuntamiento y el cura para «darle una oportunidad y un revulsivo» a uno de sus vecinos en situación más precaria. «Llevo dos años en el paro. He trabajado de forma discontinua en varios oficios. Ahora prefiero estar aquí para mantener y ayudar a dar a conocer el patrimonio que tenemos en Riaño, sobre todo esta iglesia. Hay que ayudar al pueblo, a ver si salimos adelante».

El 7 de julio se cumplen treinta años del repique de campanas de la iglesia de Riaño anunciando la llegada de los vehículos de la Guardia Civil. Ese verano cayeron piedra a piedra las casas de La Puerta, Escaro, Huelde, Anciles, Salio, Riaño, Pedrosa del Rey y gran parte de Burón.

Las pinturas góticas se salvaron de aquella inundación y ahora el pueblo se une para reflotar de nuevo la iglesia. «El Ayuntamiento no tiene capacidad para contratar a gente. Simón se ha ofrecido a de manera altruista para fomentar el turismo, que es lo único que tenemos en la zona rural. Es una iglesia preciosa», asegura la concejala de Cultura, María del Pilar Alcalde. Ayuntamiento y Obispado están unidos para reivindicar el valor patrimonial de las pinturas que alberga la iglesia. «La iglesia tiene muchas visitas. Es un patrimonio singular que estamos trabajando para poner en valor. «Poco a poco se está deteriorando y estamos en conversaciones con Patrimonio para que dé alguna protección a las pinturas y así recibir subvenciones para su conservación. Entre las propuestas que se han discutido es la de habilitar en su interior un museo sacro. Es una joya mundial. No es ninguna tontería», segura el párroco del pueblo, que también ha barajado la posibilidad de cobrar un euro por la entrada.

Simón Baratas cree que lo conseguirán. «Soy un superviviente. Me salvé de una infección mortal cuando era un bebé, lo mismo que le pasó a mi hermana que falleció, dicen, como consecuencia de la contaminación de los explosivos Río Tinto, de Guardo, donde nací. Me trasladaron a Escaro. Murieron muchos niños», recuerda.

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