Diario de León

El paradigma de un país sin ‘muchachas’

Confianza, autonomía individual y presión fiscal. Estas son algunas de las características del modelo nórdico que el profesor de la Universidad de León Luis Buendía ha analizado en un libro que revela los criterios para ser como los suecos..

Los derechos laborales de la mujer han marcado el desarrollo del modelo nórdico. ROBIN VAN LONKHUIJSEN

Los derechos laborales de la mujer han marcado el desarrollo del modelo nórdico. ROBIN VAN LONKHUIJSEN

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cristina fanjul | león

Su economía es una de las más fuertes de Europa. Crece al 4,4% interanual, con una tasa de paro del 6,1% y bajando. Nada que ver con España. O sí... «El modelo nórdico, como tal, no puede aplicarse fuera. Dicho esto, en España, las propuestas que más se le aproximan son las de Unidos Podemos». El profesor de Economía de la Universidad de León, Luis Buendía, lleva años investigando los criterios económicos, sociales e históricos que han convertido a Suecia en uno de los paradigmas del éxito económico de Europa occidental. Acaba de publicar ¿Es exportable el modelo nórdico? Las ideas clave de Kalecki y Myrdal, donde bucea en las razones que han convertido ideas y criterios económicos en una pauta de bienestar para sus ciudadanos. Muchas de ellas resultan paradójicas si se analizan desde la óptica liberal. Es el caso del poder de los sindicatos, de los elevados impuestos o del tamaño del sector público. Una de las preguntas que se hace el economista es de qué manera se logró la generalización de altos niveles salariales. Y es aquí donde comienza la paradoja. «Lo lograron gracias a unos sindicatos fuertes, con un marco de relaciones laborales en el que su opinión siempre ha tenido una importancia capital», destaca Buendía, autor, entre otras obras de El impacto de la crisis 2008-9. Desigualdad y pobreza en el sur de Europa. El caso de España, Crecimiento económico y estado de bienestar. El caso de Suecia, o España en el entorno internacional. Informe sobre exclusión y desarrollo social en España.

El profesor subraya que el tipo de sociedad sueca se ha forjado a través de unas instituciones que llevan más de ochenta años funcionando. «No han tenido dictaduras en los últimos dos siglos, lo que ha generado una cultura democrática difícil de asimilar en España», manifiesta el profesor. Destaca elementos que se han integrado en el ADN institucional de aquellos países, como la rendición de cuentas, el peso de los sindicatos en las estructuras empresariales y la cultura de la innovación. «El papel vertebrador de los sindicatos hace que a los empresarios suecos les resulte muy caro mantener a trabajadores poco cualificados, con lo que invierten en tecnología para sustituirlos», destaca el investigador, que subraya que en España, sin embargo, el tipo de mercado laboral hace que a las empresas les compense contratar trabajadores con bajos salarios, con lo que no necesitan buscar incentivos en la innovación.

Empleadas de hogar

Una de las experiencias más paradigmáticas del modelo sueco es la práctica inexistencia de una figura sin la que no se entienden las economías meridionales. Las bajas diferencias salariales han hecho que el modelo de ‘empleada de hogar’ que se da en los países del sur no sea posible allí. «La ausencia de decalage salarial hizo que los hogares no pudieran permitirse pagar salarios tan altos; al mismo tiempo, el Estado interviene ofreciendo servicios asistenciales a las familias, institucionalizando el cuidado», explica Luis Buendía. El economista precisa que la prestación de este tipo de servicios ha hecho que el Estado aumentara los impuestos, poniendo en marcha un sistema impositivo fuerte. En este sentido, Buendía destaca que a partir de los años sesenta se produjo una paradigmática alianza entre el Estado y las mujeres. «Se produjo justo en el momento en el que comenzaba la expansión del Estado de Bienestar, contratando a muchas mujeres para ocuparse, entre otras, de este tipo de labores asistenciales, convirtiéndolas en grandes defensoras de ese Estado de Bienestar cuando años después se intentó reformar». Así, una de las singularidades del modelo sueco es que la segregación horizontal es mayor que en España. «Sí, es cierto que las mujeres están muy enclaustradas en el sector asistencial», admite Buendía.

Otro de los puntos importantes que diferencian Suecia del resto de sociedades europeas es la ideología socialdemócrata, cuyo partido arrasó en las elecciones durante cuarenta años seguidos, lo que redundó en una reducción de las desigualdades y en la priorización de una cultura económica que garantiza unas condiciones mínimas satisfactorias a sus ciudadanos.

Una de las claves es el pleno empleo, que en Suecia estuvo muchas décadas por delante de la contención de la inflación. «No les importó tener tensiones inflacionistas del 3% porque ellos priorizaban el empleo. Por eso, el paro en Suecia siempre fue friccional hasta los años noventa, en que cambiaron las prioridades», explica Buendía. En este sentido, el economista explica que, hoy por hoy, la integración en la moneda única y el poder de Alemania hacen impensable aquella prelación de objetivos. «La inflación se come el dinero y el ahorro se da en centroeuropa, no en los países meridionales», justifica el profesor.

Capital social

Una de las diferencias más difíciles de vencer con Suecia es que allí el capital social es elevado. Es decir, los ciudadanos tienen confianza, el país descansa sobre la colaboración social entre los diferentes grupos que lo conforman en una triada que en la sociedad nórdica resulta fundamental: afecto, confianza mutua y respeto a unas normas colectivas efectivas. «Este capital social se ve favorecido por la igualdad social. En España, con una desigualdad cada vez mayor, la norma es vivir desconfiando del resto y eso genera malestar», defiende Luis Buendía. Para el profesor esta es una de las razones por las cuales en España es más difícil que se interiorice la responsabilidad que supone el pago de impuestos. «Todo ello lleva a una gran corrosión del carácter», manifiesta el investigador.

El autor añade a todas estas características otra que también marca la diferencia: la perspectiva colectiva. «En España, el peso de las familias es mucho mayor porque hace un papel que en Suecia cumple el Estado», recalca Buendía. El profesor añade que la red de protección social nórdica permite a los ciudadanos gozar de una independencia que en el sur es desconocida. «La autonomía individual permite además que la natalidad sea mayor porque desde los 18 años sigues teniendo todo cubierto», sostiene. Y eso que en los años 30 Suecia tenía el crecimiento vegetativo más bajo de Europa. Fue precisamente Alva Myrdal —premio Nobel de la paz— la que contribuyó, gracias a la promoción de la mujer, al forjamiento del modelo sueco de desarrollo. Myrdal defendía que las reformas sociales son necesarias para permitir la libertad individual —sobre todo de las mujeres— y que estas eran las que promovían la natalidad.

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