Diario de León

EL BAILE DEL AHORCADO

La tentación del silencio

León

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Una de las mayores conquistas de vivir es la de hacerlo en silencio. De hecho, creo que la evolución lleva a la desaparición del lenguaje o, al menos, de ese conjunto de sonidos con el que la mayoría se conduce en la vida y que no es más que ruido. Las palabras nos atrapan sin que sepamos las consecuencias. Lo descubrimos cuando envolvemos nuestros avatares con la magia del desierto, ese impasse de la nada que nos revela que demasiadas palabras sólo sirven para esconder la ausencia de pensamiento. No me refiero al típico ‘quien mucho habla, mucho yerra’ o a ese otro que defiende que la mejor palabra es la que está por decir. No. Creo que una palabra basta, tan sólo esa que para unos es huera y que, sin embargo, tiene en su seno el germen que lo cambiará todo.

El silencio es una tentación. Lo sé porque llega un momento en el que me doy cuenta de que la mayoría no entiende siquiera las palabras que vierto, y no por falta de capacidad. El silencio es una atracción metafísica porque el lenguaje se ha convertido en un patio particular, demasiado propio, demasiado segmentado, excesivamente doctrinal, tanto que los hay que lo han okupado para el uso y disfrute de su grupo, de su tribu, de su secta, haciendo con ello que se corrompa y que, por lo tanto, todo pierda su significado.

La ideología cambió el lenguaje, lo intoxicó para convertirlo en un arma con el que lograr justo lo contrario de aquello para lo que fue creado. No se dice presos políticos de ETA. Se puede, pero entonces estamos gangrenando el conjunto de reglas y palabras que abrieron el tiempo a la historia. Se puede, pero entonces tendremos que poner nuevas reglas y sancionar a quien no las respeta. El lenguaje no es inocente. Cada vez que lo usamos herimos a alguien o le resarcimos del dolor. A las víctimas, por ejemplo, a todos los que sufren o que dejaron de hacerlo a causa del dolor.

La alternativa al silencio es restituir el significado de las palabras, ahogar las voces del clan, los aullidos de las hienas. No son presos políticos de ETA. Son asesinos.

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