Eufórico idiota

Eufórico y quizá enardecido por el ruidoso bautizo en urnas de Vox y por el resurgir de una España chillona de «extrema necesidad», un oficial de la Armada española se puso a tocar las pelotas melódicas costeando su barco un Gibraltar que resucita cada día al almirante Nelson, el que humilló a cañonazos a la flota francoespañola en aquella de Trafalgar, aunque dice el padre Urrutia, jerónimo de Moguer, que Dios le castigó por ello haciéndole morir allí mismo del certero disparo de un francotirador francés.

Y lamiendo los límites de esas aguas que sigue disputando Gran Bretaña, se nos vino arriba este oficial: se va a enterar hasta her majesty the queen, aquí no se olvida la infamia. Y mandó poner sus altavoces al máximo al pasar la corbeta-patrullera junto al Peñón para que llegara nítido y alto a los gibraltareños el triunfal chunda-chunda del himno nacional español, ese cuya letra coreada en grada (loro-lolo-loloroloro) resume el grandísimo nivel del intelecto patriótico de esta gran nación que se sueña grande, libre... ¡y una! («una, porque si hubiera dos, nos iríamos todos a la otra», decía ya un chiste en el franquismo de mi infancia).

Sentimiento de vergüenza ajena asalta al español tranquilo; estos episodios altaneros, pueriles y provocadores no ayudan en nada al modo en que deben resolverse las cosas. Es la clásica baladronada del que en realidad se sabe impotente o cagueta y tira (de lejos, a seguro) por la vía altisonante que solo busca aplauso de propios y logra en ajenos descojone o lástima por ser enemigo pequeño, idiota y chulo... pero chillón, la patria solo existe en sus decibelios... así que empieza a crecer el número de «compatriotas» que tomarán este «episodio nacional» (sin Galdós) como noble y necesario plante del que está harto de diplomacias, partidos y poderes, «que son el mal»... y la palabra Reconquista les agita en su sofá-corbeta, que también tiene altavoces de largo alcance, esas redes que infecta la Rusia facha o el «Trump’s garito»... ¡España, the first!, echando a la vez el ojo a su cartera... (nota: las negritas de hoy son propina al clima insultón que tanto nos complace ahora).