Agua destilada para Guzmán

Guzmán el Bueno, el hombre de bronce de tres metros y medio de altura que señala incólume a Tarifa y a la estación leonesa desde hace 122 años, se prepara para recibir lavativas de agua destilada. Él, que luchó contra los musulmanes, que logró nobleza y fundó una casa, la de Medina Sidonia, necesita ahora regenerar su pátina. Limpieza y restauración durante dos meses.

Guzmán requiere un nuevo barniz, como su leyenda, la del padre que no hincó la rodilla ante el enemigo por anteponer la ciudad que defendía a la vida de su propio hijo. Ese brazo tirando la daga que en 2006 se quiso girar unos grados para que apuntara a la nueva estación de Alta Velocidad y seguir cumpliendo el dicho de si no te gusta León, ahí tienes...

La estatua, vestida ya con andamios, recibirá un tratamiento de microcristales. Obra de Aniceto Marinas, que la concluyó en 1898, fue fundida en Barcelona por Masriera y Campins. El pedestal fue diseñado por Gabriel Abreu. No gustó a los leoneses y las autoridades la llegaron a cubrir con un saco de arpillera hasta que la Peña de los Bernesgos, en una noche de verano le cantaron ¡Ay Guzmán, cómo te han puesto!/ ¡Hay que ver!, que capisayo. En 1900, a las cinco de la mañana, el alcalde y el presidente de la Diputación descubrieron el monumento.