Diario de León

CORNADA DE LOBO

Muere un cardenal

Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Murió anteayer un cardenal español que fue obispo de León doce años y su muerte evoca la vieja creencia de que los cardenales mueren de tres en tres (mal le sentó a alguno que días atrás hiciéramos aquí broma de ello arrimando esa tradición al «cardenalato» socialista).

Fernando Sebastián Aguilar era una eminencia al margen del título «eminentísimo» inherente a todo cardenal (teólogo señero que Tarancón admiraba, rector y gran canciller de la «Ponti» salmantina, prelado en León, Málaga y Pamplona, y secretario de la Conferencia Episcopal). Así lo entendió el papa Francisco con quien mantenía fluido contacto y que le elevó a la dignidad cardenalicia hace solo cinco años tras negársela sistemáticamente Juan Pablo II y Benedicto XVI aunque encabezara siempre las quinielas.

La teología de la liberación llamó a su puerta, pero nunca abrió y hasta castigó a algunos desviados, así que nunca pudo llamársele progresista, aunque tampoco se hospedó en la carcundia pura y dura; pero de aquello y esto hubo quien no dejó de acusarle. Su aire intelectual de rostro severo le impedía prodigar gestos risueños y así se le recuerda en este León que le acabaría sentando nada bien porque renunció a este solio presentando su dimisión en 1991, cuando ni la edad ni la salud podían ser las verdaderas razones que solo su confesor conocería; o no; aún le aguardaban largos años de intensa actividad episcopal y eclesial. Y tampoco es probable que esas razones fueran las que indicó este periódico al dar la noticia aquel día: en portada aparecían dos fotos, la suya y la del viaducto Fernández Casado sobre el embalse del Luna que acababa de finalizar sus obras y que, en la víspera, superó las pruebas de resistencia alojando en su tablero decenas de camiones cargados de árido. Las brujas de la imprenta estaban simpáticas ese día y la errata hizo intercambiar los subtitulares de las dos noticias quedando la de Sebastián Aguilar así: «Dimitió el obispo de León. Resistió un peso superior a las 2.800 toneladas»... y alguno pensó que era lógico creyendo que ese sería el tonelaje exacto de la curia diocesana.

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