Diario de León

LA ESCUELA DE MODA LEONESA

La tradición recicla la moda leonesa

Del pasado al futuro. «Las tradiciones, si se dejan donde están y no les damos un valor añadido, se van a morir», asegura Brezo Rodríguez, directora de la Escuela de Moda Liper. La tradición se sube al carro de la moda en León, recicla y educa

Brezo Rodríguez, con una chaqueta de lana hecha a mano.

Brezo Rodríguez, con una chaqueta de lana hecha a mano.

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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Brezo Rodríguez y la diseñadora leonesa María Teresa Morán llevaron a Castrocontrigo reflexiones y creaciones sobre la tradición textil, como una herencia olvidada en los baúles y como un recurso que ya explora la moda leonesa.

Fue en el transcurso de las actividades de la Semana de la Mujer organizadas por la Asociación Asociación El Castro del Campillo. Bajo el título Tradición de ayer, moda de hoy, la directora de la Escuela de Moda Liper hizo un repaso de costumbres de antaño ligadas a la actividad textil.

Desde el ajuar de las novias a las mantas de Val de Val de San Lorenzo o la indumentaria tradicional en la que se bordaban textos y deseos de forma primorosa, al estilo de los lenços de namorados de algunas zonas del norte de Portugal.

«Las mujeres han sido depositarias de la tradición textil en los pueblos y muchas tradiciones textiles se mantuvieron a través de estas costumbres», señaló Rodríguez. Todavía se encuentran arcas de ajuar, un mueble hecho para guardar, año tras año de labor, las sábanas, toallas, manteles y ropa íntima de la novia que cosían entre todas las mujeres de la familia.

Pero han quedado en desuso. U olvidadas en un desván que de vez en cuando alguien desempolva. Así han muerto muchas tradiciones. Al perder el sentido utilitario y no encontrarlo en la vida cotidiana del presente, se rompe el hilo que las ha transmitido (y transformado) durante siglos de generación en generación.

La falta de apego a la identidad y a las raíces también han jugado una mala pasada a las tradiciones. En cambio, el orgullo que otras culturas mantienen por sus viejas costumbres han logrado mantener sus artesanías textiles. Brezo Rodríguez puso el ejemplo de Escocia, con las famosas faldas que visten los hombres en los actos más solemnes, o de Japón, con los vestidos de geisha.

«¿Se imaginan a un alto cargo de León en un acto institucional con el traje de maragato?», retó a pensar esta patronista con más de 20 años de experiencia en la enseñanza de la moda en León. Y eso que entre las comarcas leonesas, la Maragatería, es una de las que aún conserva parte de su rica tradición textil.

Mientras las viejas formas de vida, y de vestirse, han quedado guardadas en el baúl de los recuerdos, la industria de la moda low cost se ha abierto paso dejando tras de sí un rastro de armarios a reventar e ingentes cantidades de ropa desechada.

Es el presente. Y un desafío. «La industria de la moda es la segunda actividad más contaminante del planeta», sentenció Rodríguez. Actualmente representa el «colapso de la sociedad de consumo» con hábitos de compra compulsiva y una imagen uniformada de la población, sobre todo la occidental.

Las multinacionales son las dueñas de este negocio a gran escala que tiene otras implicaciones medioambientales, como los residuos de producción, y humanas, como la explotación de la mano de obra, con muchas mujeres e incluso población infantil en las fábricas alquiladas por las grandes empresas.

Con estas mimbres, el futuro, de la actividad textil y sobre todo de los diseñadores de las nuevas generaciones pasa «por una moda sostenible». La recuperación de tradiciones textiles como los encajes de bolillos en Galicia, la recuperación de tejidos y de elementos y materiales del entorno y el diseño y confección de «prendas con alma» son las patas de este futuro más amable con el planeta y con las personas.

La moda sostenible se puede convertir, y de hecho se está convirtiendo, en una aliada del planeta y también de las artesanías textiles. «Las tradiciones, si las dejamos donde estaban y no les damos un valor añadido, se van a morir», subrayó.

Hacer moda a partir de residuos, como botellas de plástico, o tejidos desechados es una tendencia que también ha llegado a León. Algunas diseñadoras han abierto los baúles de las abuelas y rescatado colchas, mantas, fundas de colchón o aquellas faldas escocesas de pura lana que vistieron en su juventud.

Ya son varias las colecciones inspiradas en este legado que de pronto cobra sentido, después de años guardado entre bolas de naftalina para que las polillas no se comieran estas joyas.

UN VESTIDO, UN AMOR

María Teresa Morán, de El Taller de María Teresa, apunta que «aprendí a reciclar la ropa de mi madre, cuando de pequeñas nos hacía una falda de un pantalón viejo, con algún adorno para quitarle seriedad». Con el tiempo, ella misma empezó a diseñar los vestidos para sus muñecas a partir de pequeños retales sobrantes... Y, después de estudiar Magisterio, decidió hacerse diseñadora de moda.

Desde sus primeras colecciones de bolsos, allá por los años años 90, la idea de reciclar ha quedado plasmada en las creaciones eclécticas, coloristas y siempre únicas de María Teresa Morán.

Luego fueron las clientas que no sabían qué hacer con aquel vestido que les diseñó y confeccionó porque ya no les vale o se cansaron. Y les propuso convertirlos en bolso. Con Carolina Caycedo, en el Musac, también trabajó en la idea de reciclar la vieja transformándola en nuevos vestidos, bolsos o complementos.

En 2015, el destino puso en sus manos un armario repleto de camisas de hombre y decidió crear vestidos de mujer que desfilaron en el Museo de León dentro de la Semana de la Moda. ‘Un vestido y un amor’, con ecos de bolero y mucha pasión, supuso un punto de inflexión en la vida y en el camino creativo de la diseñadora leonesa.

Las ‘prendas con alma’ de María Teresa Morán, como una de sus últimas series de bolsos gigantes, salen de sitios tan insospechados como las alfombras que ya han dejado de usarse, las mantas del Val de San Lorenzo que fueron sustituidas por edredones o de aquellas faldas de lana merina que han dejado de usarse.

María Teresa Morán con un bolso nacido de una manta del Val y a la derecha cazadora de Sonia Pacho con funda de colchón. FERNANDO OTERO PERANDONES

Las colchas de su abuela Candy se han convertido en abrigos, con coloridos estampados y anchos cuellos. Su público va desde las mujeres adultas hasta jóvenes que prefieren encargarle un vestido único y hecho a medida para su graduación antes que comprarse una prenda de marca.

«Se trata no sólo de reciclar cosas del pasado, sino de mostrar a las nuevas generaciones que se pueden hacer las cosas de otra manera y que cada cual elija», apunta María Teresa Morán.

Esta diseñadora ha experimentado también en el campo de la estampación y ahora lo hace con la pintura. Las flores que ahora ha encontrado en aquellas prendas del ajuar de su madre y de su abuela las ha pintado muchas veces antes sin haberse fijado en ellas. María Teresa Morán llevó una muestra de sus trabajos a Castrocontrigo para mostrar el proceso de creación y de transformación del pasado en presente y futuro de la moda. Toda una obra de arte.

De la mano de Brezo Rodríguez estuvieron presentes en este pueblo otras diseñadoras como Begoña Ordás, la creadora de la marca Sedanía Textil que durante varios años tuvo su taller en León. La mezcla de seda y lana, unida a la investigación de los tintes a través de productos naturales, como las hojas, son la base del trabajo de esta artesana, y artista, del siglo XXI.

Paula Hevia, la creadora de la marca Mogüi, de bolsos de cuero y joyería artesanal fue otra de las diseñadoras que sirvieron de ejemplo del futuro de moda sostenible con el que se abren camino pequeños talleres locales, incluso desde el mundo rural. Esta joven de origen asturiano vivía en Barcelona antes de instalarse en un pueblo de León para realizar sus trabajos.

Y hasta la misma revista Vogue llegaron los diseños de Sonia Pacho realizados nada menos que con fundas de aquellos colchones de lana que se cosían a mano... Unas fotos tomadas en elmercadillo de Colón fueron seleccionadas por la prestigiosa revista para poner en valor esta original forma de convertir un tejido en desuso en una prenda de lo más cool. La varita mágica de la imaginación funciona. La cuestión es que también sirva para vivir.

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