Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Con la maza de la saña y con el odio como himno han destrozado a hostiazo sucio un pequeño monolito de granito que en unas tierras de Izagre recordaba el asesinato vil y enterramiento infame en un zanjón de once bañezanos, jóvenes en su mayoría, ametrallados como perros en octubre de aquel 1936 que aún atormenta la memoria abriendo simas en las tripas, vandalismo que se reitera en otras estelas recordatorias de la provincia (Benllera, Valderrey) delatando que aún hay tipos que no solo justifican aquella atrocidad, sino que estarían dispuestos a repetirla hoy, aunque a falta de paseados se regodeen decapitando en efigie su memoria, ¿quizá porque ese recuerdo sigue acusando a su bando o a sus abuelos o parientes, aquellos pistoleros que confiaron en dejar mudo su crimen enterrándolo en un andurrial?...

En ese sur donde León se hace tierra de Campos Góticos late aún la vesania furiosa que se desató con camisa azul durante la Guerra y aún después. ¿Y no acaba? Me indican, por ejemplo, que en Valderas siguen abiertas remozándose hasta hoy las dos trincheras hasta el punto de haber establecimientos o espacios donde un bando jamás pisa o masculla maldiciones si hay que pasar por allí... y que el alcázar mental de no pocos no se rinde nipadiós nipoldiablo.

De Valderas era un entusiasta pelotón camisavieja con camioneto que hacía sacas de presos de San Marcos para apiolarlos con nocturnidad en cualquier cuneta... o junto a un río, haciendo innecesario cavar fosas porque la corriente acarrearía el delito aguas abajo... y que había un tal Ponciano, «cabo fusilero», que se hacía collares con las orejas de sus paseados para lucir en público sus «gloriosas hazañas».

Esa estirpe también tiene cachorros y ochenta años después vuelven a reavivar su odio incorrupto, a vestirse con él, y lo pasean porque en política ya trotan jinetes voxvoceantes, «impasible el ademán», dando licencia y decididos a borrar manchas rojas con leña verde.

(En esa fosa estuvo el padre de la ilustre Gloria Begué, pero tiene historia aparte: quedó cojo después de muerto).

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