Diario de León
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León

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Santos Dumont -decía la canción-, Santos Dumont se subió en globo... y allá en la década de los veinte hizo una exhibición de sus alardes aerostáticos en esta ciudad ascendiendo en un ingenio inflable que fue arrastrado por el viento hasta las barranqueras de La Candamia donde se arreó un fostión de mucha escalabradura. Hubo esparadrapo y vendas. Baldado quedó el tío, pero entero. Fue el acontecimiento de la década: Santos Dumont dejó pasmados a los cazurros en masa que incrustaban la nuca en la espalda siguiendo las evoluciones de su globo. De entonces a acá corre un síntoma por estas calles: cada vez que los leoneses miran hacia arriba y abren una boca muda, como de zampar hogaza papona, es que León está en fiestas. Así es la cosa del pito y de la flauta, de la chirimía y del macero, de la Tarasca y la pompa concejil que se abanica con su faldumento. Son fiestas de acera, de ver y callar; vulgarotas, por demás. Na de na, cantan los Quijano. Por una vereda va el festejo y por otra la paisanada. La fiesta de verdad sale de la tripa y de las ganas, va dentro. La fiesta de programa es alquiler de copla y colorete. La fiesta de verdad, el pueblo la hace. La fiesta oficial, de lejos la traen comprada. Esto es. Porque arresulta, arresultando, que de lo que esta municipalidad de pandero y banda estrecha se gasta en festorrilo es pesca generosa que pillan gentes de fuera y para allá se llevan el crudo, León mediante, león mirando. Vienen artistas, cantantes (eres un cantante, se dice aquí cuando hay que definir a un tipo de juicio alegre y desmesurado, un falampos), compañías, saltimbanquis, feriantes y mamporreros del foco que en hora y media atropan su morterada de tela y se las piran tan contentos. Ellos son los que hacen fiesta. Nosotros miramos y vaciamos la faltriquera. Les dicen que llenen de ruido gratuíto la ciudad hasta las cuatro de la madrugada y, con la cara de sueño que nos colocan barrenándonos el tímpano en las horas del sueño, llegamos al día siguiente al curro como con legaña de jolgorio y despitote; y es cabreo. Y es ruina, cuento, apaño. Y es vaciedad consabida. Y chorrito de manga riega. Medio polvo y medio luto. Cosa floja. Minga muerta. Risa comprada. Pedito de monja... Qué bien. Hoy se acaban.

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