Diario de León

Cornada de lobo

Con vencejos en la boca

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León

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Julio sabe a boca de miel y a hojuela tostada en el cuaderno en blanco que ahora estrenan los guajes al cerrarse su escuela. Este es mes de ensanchar los días con trasteo, juego de algarabía y, según el viejo canon, de alguna escalabradura por saltar tapias o trepar a nidos. Los primeros días de vacaciones son así, un bocado de alegría que llena la voz de vencejos y de calle y correría emborrachando los días de libertad y huelga, adiós libros, adiós a ese profe que pone muecas de vilorta retorcida, adiós penalidad evaluada, adiós, aula, adiós. Vacación al canto. Campamento en ciernes. Piscina a esgaya. Bici a todas horas. Motoreta pal pijín. Patineta, golfería y putadita. Las madres, hasta el gorro. Los papases, a lo suyo, defendiendo el capricho, deja al rapaz, mujer. Ya tenemos lío. Y esta poesía vacacional que aquí ensayo se volverá, así que pasen quince días, en tortura y hartazgo, cagüen los rapaces, viva el internado, san Herodes bendito, córtales el pito. Hay que enredarles en algo o te enredan la existencia. A trabajar, dice Hernando; que sepan lo que es bueno y lo que cuesta ese euro que dilapidan en cuchufletas. Eso es explotación infantil, dice el otro. Pues a galeras, que chucen; no todo va a ser barrigada y juerguecita. La escuela del pueblo cerraba y el chaval ensayaba su libertad y mayoría purriendo en la tarea doméstica, acarreando en su medida, ayudando, ganándose algo. ¿Quién dijo que un guaje no ha de trabajar, encallecer y, en su cuota, eslomarse para caer del burro y aprender a coscorrón el valor de las cosas o el sentido de la vida?... Pues a tu bola, tío, y sigue criando cuervos: cuando le toque ir a la universidad te exigirá un coche (papá, nada de un clío ge-te-í; quiero un golf jo-de-té). De estas cosas y del universo escolar hablamos al salto en desayuno con Fernando, maestro chocolatero en Castrocontrigo, que venía a matricular a una cría en el instituto doliéndose a su vez del desmantele escolar de nuestro medio rural, de la aberrante política de desnutrir de profesorado y medios a quienes resisten en el campo a la desvergonzonería urbana que todo lo acapara. Es como si les empujaran al adocenamiento de la ciudad, escuela de haraganería y fracaso. Pero de este crimen pocos se duelen.

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