Diario de León

Luis Miguel de Luis / Jesús Espalza | Médico y psicoanalista y psicólogo y escritores

«Hay que parar; hay que estar muerto cinco minutos al día»

Luis Miguel de Luis Arribas y Jesús Espalza. DL

Luis Miguel de Luis Arribas y Jesús Espalza. DL

León

Creado:

Actualizado:

Luis Miguel de Luis Arribas, médico y psicoanalista, y el psicólogo Jesús Espalza, que en su faceta literaria también firma como Salvador Negro, presentan su nueva obra, El m édico y el viajero, Calma en los tiempos del virus' (Amazon), el sábado 17 de diciembre en el Nuevo Recreo Industrial de León a las 19.30 horas.

—¿Qué ofrece ‘El médico y el viajero’ para transitar por este tiempo de incertidumbre?

Jesús Espalza : Un amigo, o, al menos, la invitación a una amistad. ¿Qué es la amistad? Aquel afecto donde el silencio no resulta ofensivo. Se puede, creo yo, permanecer a solas con el libro, pasar tiempo con él, un día, una semana, hasta el final, percibiendo la realidad incomunicable de quienes lo han escrito sin otra pretensión que dejarse vivir dentro de él. Y allí estaremos para quien quiera hacerse amigo nuestro.

Luis Miguel de Luis : Nuestro subtítulo dice ‘calma’ y en verdad, es la primera sensación que nosotros tuvimos al escribir en medio de la locura que desató en torno a la pandemia, pero que no fue en absoluto motivada por ello, hubiéramos escrito igualmente sin la guerra del covid. En un principio, nadie pensábamos en ello, pero enseguida conectamos ruido con apariencia de aplauso sin fin ( que pronto reveló su cara de desengaño, maniqueísmo político y confusión en el orden cultural, ausencia de crítica veraz, con nuestra necesidad de expresar el grito de Silentium que nuestra mejor tradición literaria y cultural, también espiritual si quiere decirse así, siempre ofreció a todos, a la gente llana y a los heterodoxos de nuestra historia, a los amantes de la auténtica belleza expresiva, la poesía que sabe sin apenas saber, la Mística genuina

—¿Cómo surge esta publicación a cuatro manos?

J. E.: Me gustaría decir muchas cosas del libro, pero también me ocurre que deseo seguir sin conocerlas. ¿Son acaso las circunstancias que acompañan a su nacimiento su razón de ser, o hay algo más? Lo que sabemos de nosotros mismos no es necesariamente la explicación a nuestras vidas. Todo empezó, sin que nosotros lo supiéramos, cuando Luis intentó su primer poema. De ahí en adelante son todo «cábalas».

L.M.L. : El conocer a nuestro gran poeta, Salvador Negro (Jesús Epalza) fue como encontrar al compañero de cabalgada ‘manchega’ ausente en el presente feroz tan dado al jaleo de lo cotidiano laboral, neurotizante y muy poco propicio para ese aldabonazo emocional y cultural que es su obra poética completa. Ello conjugado con mi propia necesidad de continuar en el camino fértil de poesía y psicoanálisis, hicieron el resto. Convencidos ambos de que nuestro país , y otros hermanos, comprenderán nuestro mensaje escrito

—La pandemia ha disparado los problemas de salud mental. ¿Hacia dónde vamos?

Malestar arrastrado
«Temo que la salud mental colectiva no mejorará ni con vacunas ni con botellón»

Revolución personal
«Hemos probado nuestro modesto método de palabra humilde, calma, ‘Silentium’ en el semblante»

J.E.: Se han desatado las costuras precarias de lo social porque la sociedad era una farsa donde se camuflaba un individualismo voraz. Al llegar la pandemia se descubre la aterradora realidad: no hay tejido social que resista semejante golpe. Creíamos, porque creíamos creer, en nuestra ensoñación del bienestar, que estábamos a salvo, pero estábamos generando las condiciones que nos exponían a lo que vivimos. Al vernos como somos realmente, para muchos resulta insoportable.

L. M. L.: Temo que la salud mental colectiva no mejorará, ni con vacunas casi mágicas ni con catarsis de botellón o similares. El episodio de guerra vírica , con toda su odiosa sorpresa y novedad, no ha hecho más que aumentar ‘el malestar en la cultura’ de siempre, y lo desquiciante de la falsa felicidad consumista, emisora de gases tóxicos, y el abandono de los débiles bajo la apariencia de lo contrario, nos reta a todos y cada uno, en lo consciente y en el plano más profundo de lo que llamamos inconsciente.

—El ruido es el signo de las redes sociales, los medios... ¿Cómo reconectarse con los beneficios del silencio?

J.E.: Hay que parar. De actuar, de pensar, de producir, de perseguir, de ser. Hay que estar como muerto cinco minutos al día. O una hora. Cada uno debe replantearse sus servidumbres. Yo rezo la Liturgia de las Horas. Cuando terminan las Vísperas, por ejemplo, quedamos en silencio. Nos sentamos en silencio, como si nos hubiésemos vaciado. El alma está llena de miseria. lo que hay que hacer es hacer menos.

L.M.L: Aquí me haces sentir como pez en el agua, ja, ja… enseguida surge ¡lean nuestro libro! pero no hay apostolado alguno, que va, solo apelación al recuerdo de lo grande y bello que cada quien guarda de la verdadera meditación y ensimismamiento…en aquel ocaso, en el regazo y escucha de la abuela con las primeras lecturas ,la carta de amor recibida, el cello de Bach, la satisfacción de mecer al niño tras acoger su llanto…y escribirlo, leerlo o ambas cosas..

—¿Nuevos tiempos, nuevas terapias? El psicoanálisis surgió a principios del siglo XX. ¿El valor terapéutico del diván encaja en la vida actual?

Covid y salud mental
«Se han desatado las costuras de la precariedad social porque la sociedad era una farsa»

La receta equivocada
«El mal de nuestro tiempo es la psicologización del sufrimiento. Lo que hace falta es cambiar el mundo»

J.E .: El hombre sigue siendo un misterio irresoluble. Terapeuta deriva del therapon griego, el que ayuda al guerrero. Cada hombre combate contra un fantasma. Yo pienso que lo terapéutico no estuvo nunca en el diván ni en ninguna de las técnicas de la psicología... por sí mismos, sino en cómo se administran. Así ocurre con la poesía, lo poético no está en lo que se escribe, sino en el cómo. Ese cómo es un sabiendo sin saber. Luis tiene un libro titulado Sinsabiendo vivir.

L M. L.: Claro que como pura técnica , la cura psicoanálitica combate con dificultad con toda la pléyade antigua y moderna de terapias y remedios. En la era de la realidad virtual, los telepredicadores y negacionistas, los ordenadores cuánticos y los ansiolíticos casi regalados por el estado y las vecinas, o coleguitas con sus ‘pilulas’ ilegales, no es fácil volver a la palabra y su estructura de inconsciente y silentium. Pero màs allá de la buena aunque escasa farmacología cerebral, el resto del mercado terapéutico no ha demostrado superioridad científica suficiente, y los diversos métodos novísimos caen en el olvido cada dos por tres

—Libros, manuales... de métodos y caminos para sentirnos mejor y soportar la angustia y el sufrimiento. ¿No echan en falta cambios reales en la sociedad en lugar de tanto mensaje bombardeando a los individuos?

J. E.: Gracias por la pregunta. El mal de nuestro tiempo es la psicologización del sufrimiento. El hombre que imagina su dolor como la causa de que algo falla en su cabeza. De esta ilusión nacen los superventas, tipo: cambia tu pensamiento y serás feliz. El hombre consume esa ilusión de control de su vida, virus infame nacido en el ultraliberalismo yanqui. El hombre hecho a sí mismo. Cambiar la percepción para no cambiar el mundo cuando lo que hay que hacer es cambiar el mundo.

L. M. L: De acuerdo con tu apelación a lo social, sin duda; nuestro libro no rehúye ese componente esencial. Ahora bien, cambiar de qué o cómo no parece sencillo. Los manuales de revoluciones varias abundan por doquier, los guionistas y actores también, pero con harta frecuencia la obra acaba mal. Nuestra aportación empieza en el ruido vecinal insoportable, reflejo de un probable caos interior personal y grupal (juventud, familias con problemas, solitarios con altavoz…). Hemos probado nuestro modesto método de palabra humilde, calma, Silentium en el semblante…a ver si es posible exportarlo a parlamentos, plazas  y cámaras e diversa condición...

tracking